¡FELICES
VACACIONES!
Marbella, 16 de junio de 1996.
Queridos amigos:
Todos los años me gusta incluir en el sobre que contiene las notas de
junio de vuestros hijos algún artículo periodístico que sirva para orientaros a
vosotros y a ellos de cara a las vacaciones del verano. Mas este año he
preferido escribiros yo mismo unas letras.
Qué frecuente resulta escuchar de labios de muchos padres, pensando en
el trabajo realizado por sus hijos:
-"Ahora, a disfrutar
del verano, que bien merecido lo tiene este hijo mío..."
Utilizan -con la mejor intención del mundo- la misma expresión que
emplean algunos chavales cuando intentan justificar un comportamiento no del
todo recto: -"Es que soy joven y tengo que disfrutar de mi
juventud".
Disfrutar, disfrutar...
¡Qué ideal tan pobre! -¿Acaso no son personas? ¿Y por qué se conforman con algo
-disfrutar- que sirve para satisfacer el apetito de cualquier irracional? -Este
pensamiento me lleva a proponeros un cambio:
-"Ahora, a ser
feliz durante el verano, que bien merecido lo tiene..."
Pues ser feliz es gozar inteligentemente del bien que se conoce y se
posee (y no olvidemos que el mayor bien no suele ser un bien sensible).
-Se disfruta tomando un gazpacho fresco... Se es feliz
compartiendo ese gazpacho en una comida familiar.
-Se disfruta bebiendo una cerveza... Se es feliz
bebiendo esa cerveza mientras departimos con los amigos.
-Se disfruta (permitidme que hable claro) del cuerpo de otra
persona, satisfaciendo con egoísmo nuestro apetito sexual... Se es feliz
cuando el sexo es camino para manifestar vuestro amor y vuestra entrega dentro
del matrimonio.
-Se disfruta siendo el centro de atención de todo el mundo... Se
es feliz escuchando a la mujer (o al marido), al hijo, al hermano, al
amigo... precisamente cuando están televisando un partido de la selección
española de fútbol (porque es en ese momento cuando nos necesitan, y no después
del partido).
-Se disfruta haciendo deporte o viendo a Induráin cómo gana su
sexto Tour (¡ojalá!)... Se es feliz cuando esas y otras actividades nos
acercan a los demás y nos acercan -sobre todo- a Dios.
Ya sé que en esta vida
nunca se es completamente feliz. Pero podemos -vosotros, vuestros hijos, yo-
ser bastante felices. Y particularmente estoy de acuerdo con quien dijo que la
felicidad absoluta del Cielo es para quien ha aprendido a ser feliz ya en la
tierra.
Perdonadme por haber
abusado una vez más de vuestra paciencia con estas letras. Me despido
deseándoos unas muy felices vacaciones (que "disfrutéis" de
verdad).
Un fuerte abrazo,
Fernando
del Castillo del Castillo