anterior

volver al "Índice" de prácticas

ir a "Trabajos de biología"

siguiente

PRESIÓN SANGUÍNEA ARTERIAL

 

 

I) Introducción

 

Se entiende por presión sanguínea arterial el empuje que ejerce la sangre sobre la pared de la arteria. La pared arterial, a su vez, tiende a deformarse, modificando así su tensión, según la presión que ejerza la sangre sobre ella. Por tanto presión arterial y tensión arterial son términos equivalentes.

Presión sistólica es la presión máxima que se alcanza en la aorta y en las arterias periféricas como consecuencia de la expulsión de la sangre del ventrículo izquierdo.

Presión diastólica es la mínima presión que se alcanza durante el descenso de presión que conlleva la diástole cardiaca.

La presión arterial media será el promedio de todos los valores que alcanza la presión en tiempos infinitesimales, durante un ciclo cardiaco.

A la diferencia entre los valores de presión sistólica y diastólica se le denomina presión de pulso.

La presión sanguínea arterial obedece a un complejo sistema de regulación que tiende a mantenerla dentro de valores constantes. Es esta constancia la que nos permite utilizar la medida de la presión sanguínea arterial como detector de ciertas anomalías del sistema circulatorio.

 

 

II) Fundamento

 

Para medir la presión arterial utilizaremos el método auscultatorio, que es el método indirecto utilizado habitualmente para el hombre. Consiste en ejercer una presión sobre la arteria, superior a la presión sistólica, con la que las paredes arteriales se colapsen e impidan el paso de sangre. Cuando a continuación auscultemos la arteria con un fonendoscopio, no oiremos ruido alguno. Si vamos disminuyendo la presión ejercida sobre la arteria hasta que descienda inmediatamente por debajo de la presión sistólica, la sangre comenzará a fluir con cada latido cardiaco y se producirán turbulencias al atravesar la arteria semicolapsada. En ese momento oiremos el primer ruido por el fonendoscopio: corresponde a la presión sistólica.

Si continuamos disminuyendo progresivamente la presión sobre la arteria, el ruido se hace cada vez más intenso y, posteriormente, sordo y apagado, hasta que desaparece. Se ha podido comprobar que cuando los sonidos se tornan sordos, la presión que ejercemos en ese momento sobre la arteria es equivalente a la presión diastólica. Las diferencias entre el cambio en la intensidad del murmullo y su desaparición son muy difíciles de apreciar, por lo que se toma como presión diastólica la correspondiente a la desaparición del ruido. Esta desaparición se debe a que el flujo se normaliza y, por tanto, cesan las turbulencias.

 


 

III) Material y método

 

Necesitaremos un fonendoscopio y un esfigmómetro. Este último se compone de un manguito, un manómetro (generalmente de mercurio) con una escala graduada en la cual podemos leer la presión, una pera infladora que permite aumentar la presión en el sistema, y una válvula de escape por la que podemos desinflar el manguito de forma rápida o gradual.

El manguito se coloca alrededor del brazo y, tras conectarlo al manómetro, se infla hasta que la presión en el aparato sea superior a la presión sistólica. Mediante el fonendoscopio se ausculta la arteria braquial, situada en el pliegue del codo por debajo de la zona comprimida. A continuación vamos disminuyendo paulatinamente la presión del sistema por medio de la válvula de escape, hasta que oigamos los ruidos de Korotow (anotaremos la presión que indique el manómetro en ese momento).

Para una medida correcta de la presión arterial, han de ser tenidas en cuenta las siguientes consideraciones:

-El manguito debe estar a la altura del corazón, para evitar que la presión arterial medida se vea influida por la gravedad.

-El manguito no ejercerá la misma presión en el vaso si se trata de un individuo obeso o de uno delgado.

-Es prudente comparar la presión sanguínea en ambos brazos, cuando se examina a un individuo por primera vez.

-Mantener durante excesivo tiempo en el vaso una presión superior a la sistólica, puede producir un espasmo en la arteria braquial, y darnos así unos datos de presión excesivamente altos.

 

 

IV) Resultados

 

Los valores de presión arterial se expresan en milímetros de mercurio, indicando de forma seguida la presión sistólica y la diastólica.

Los valores normales son de 120/70 mm de Hg. Estos valores varían según diversos factores, tales como la edad del individuo, su estado fisiológico (por ejemplo, se alteran durante el periodo post-prandial), etc.

 

PRESION DE PULSO = PRESION SISTOLICA - PRESION DIASTOLICA

 

PRESION MEDIA = PRESION DIASTOLICA + 1/3 PRESION DE PULSO

 

 

V) Experiencias sobre esta práctica

 

El éxito está asegurado (a los alumnos les entusiasma tomar unos a otros la “tensión”. Conviene que el profesor intervenga para colocar bien el manguito en el brazo de cada alumno que va a ser “auscultado” por un compañero suyo. Además, así se evitan en gran medida las “tonterías” propias de una práctica tan dinámica como esta.

 

Cada alumno puede tomar la tensión a otro, que a su vez se la tomará a otro, y así sucesivamente hasta “cerrar el círculo”. Conviene avisarles que a veces resulta difícil percibir la tensión baja (el cambio de sonido es aquí muy tenue), y por eso deben permanecer en silencio o hablando muy bajo cuando alguno esté tomando la tensión. Si -por no distinguir los cambios de sonido con el fonendoscopio al primer intento- alguno tuviese que intentarlo varias veces, debe tener en cuanta que la elevada presión a la que está sometiendo al brazo de su compañero hará que los resultados sean más elevados de lo normal.

 

Por último, conviene recordar a los aprehensivos (no digamos ya a los hipocondríacos), que pueden tener la tensión alta sin necesidad de estar enfermos: simplemente porque han hecho ejercicio en el recreo, o subiendo escaleras mientras venían a clase, o porque esa mañana han desayunado café…

 

 

VI) Explicación teórica sobre la entrada y salida de sangre en el corazón

 

Claramente, podemos aprovechar esta práctica para asentar los conocimientos teóricos que tienen los alumnos sobre los movimientos de sangre en el corazón. La referencia a la presión sistólica y diastólica puede dar pie a explicar la apertura y cierre de las válvulas, así como las entradas y salidas de sangre, como el resultado lógico de los cambios de presión que se producen en cada momento de la sístole y la diástole.

 

El siguiente esquema puede ayudar en la explicación (si se sigue el orden de los números en la interpretación de las gráficas): por experiencia, los alumnos entienden muy bien la apertura y cierre de las válvulas si las describimos como “puertas” (que sólo se abren en un sentido y, por tanto, impiden el retroceso de la sangre) que se abren cuando hay más “presión de gente” (en el caso del corazón será presión de sangre) en el lado donde se empuja para abrirlas que en el otro lado.