¿Cómo no recordar especialmente el alegre y entusiasmante encuentro de los jóvenes
 

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Juan Pablo II sobrevoló Tor Vergata

Juan Pablo II, desde el helicóptero, mira conmovido a los dos millones de jóvenes congregados en Tor Vergata

¿Cómo no recordar especialmente el alegre y entusiasmante encuentro de los jóvenes? Si hay una imagen del Jubileo del año 2000 que quedará viva en el recuerdo más que las otras es seguramente la de la multitud de jóvenes con los cuales he podido establecer una especie de diálogo privilegiado, basado en una recíproca simpatía y un profundo entendimiento. Fue así desde la bienvenida que les di en la Plaza de San Juan de Letrán y en la Plaza de San Pedro. Después los vi deambular por la ciudad, alegres como deben ser los jóvenes, pero también reflexivos, deseosos de oración, de sentido y de amistad verdadera. No será fácil, ni para ellos mismos, ni para cuantos los vieron, borrar de la memoria aquella semana en la cual Roma se hizo joven con los jóvenes. No será posible olvidar la celebración eucarística de Tor Vergata (...)

 

A veces, cuando se mira a los jóvenes, con los problemas y las fragilidades que les caracterizan en la sociedad contemporánea, hay una tendencia al pesimismo. Es como si el Jubileo de los jóvenes nos hubiera sorprendido, transmitiéndonos, en cambio, el mensaje de una juventud que expresa un deseo profundo, a pesar de posibles ambigüedades, de aquellos valores auténticos que tienen su plenitud en Cristo (...) Si a los jóvenes se les presenta a Cristo con su verdadero rostro, ellos lo experimentan como una respuesta convincente y son capaces de acoger el mensaje, incluso si es exigente y marcado por la Cruz. Por eso, vibrando con su entusiasmo, no dudé en pedirles una opción radical de fe y de vida, señalándoles una tarea estupenda: la de hacerse centinelas del mañana (cfr. Is 21, 11-12) en esta aurora del nuevo milenio.

 

Juan Pablo II, Cart. Ap. Novo millennio ineunte, 9.

 

 

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