DE BODA
(sobre
la Navidad)
Desgraciadamente
son muchas las personas que celebran de forma especial estos días (particularmente el 25, el 1 y el 6: con una gran comida en familia, con aires de
fiesta, con regalos...), pero
olvidan el motivo de esas celebraciones. Me recuerdan a aquél que fue invitado
a la boda de una amiga suya, y tomó la decisión -también muy frecuente hoy en
día- de no acercarse a la iglesia e ir directamente al banquete... Cuando
llevaba ya una hora comiendo y bebiendo con los amigos, vio a la novia con su
flamante traje, se acercó a ella y le susurró al oído: "-Fulanita, ¡qué
elegante te has puesto para la fiesta! -Perdona que te haga una pregunta: es
que estaba charlando con aquéllos, y en varias ocasiones han hablado de una boda,
¿tú sabes, por curiosidad, quién se ha casado?"
Pues
así le sucede a más de uno: los gastos se multiplican a veces por encima de las
posibilidades económicas de la gente y, sin embargo, son muchos los que olvidan
el profundo sentido cristiano de esta Fiesta. Sinceramente, si desean ignorar
ese sentido sería mejor que aprovechasen otras fechas -el día del trabajo, el
día de la Constitución, etc.- para hacerse regalos y organizar comidas
extraordinarias, pues les resultaría mucho más barato. No obstante, lo coherente
sería mantener el ambiente festivo -sin abusar de los gastos- y cambiar las
disposiciones del alma: preparar un buen "pesebre" en el corazón para
que el Niño nazca allí por la gracia…
Son
días éstos para hacer un examen hondo, para poner orden y limpieza en el alma,
para revivir esa piedad de niños que quizá se haya enmohecido... Alguno me
dirá: -Todos los días son buenos para recomenzar. -Sí, pero igual que los
estudiantes deben llevar las asignaturas al día, y sin embargo algunos sólo
aprietan cuando llegan los exámenes, a veces nosotros descuidamos un poco la
vida espiritual, y estas fechas pueden servirnos para empezar de nuevo la
lucha: para convertirnos. Quizá el primer paso sea prepararnos para hacer una
buena confesión…
Fernando del Castillo del Castillo
Marbella,
diciembre 1996