El Papa tiene razón

 (sobre el preservativo y el sida en África)

 

         Las palabras que pronunció Benedicto XVI ante los periodistas que le acompañaban durante el vuelo en su reciente viaje a África han levantado un enorme revuelo. Pocos días después, Edward Green, (profesor en Harvard) publicó un artículo en el Washington Post  (29 de marzo de 2009) titulado ”El Papa puede tener razón” .

 

         Como me gusta ser riguroso cuando escribo, he buscado en una fuente fiable (la página del Vaticano) las palabras completas que pronunció, y no sólo una frase sacada de contexto. Las pego a continuación de estas letras. Me parece que a cualquiera que las lea sin prejuicios, aunque no sea católico, le parecerán correctas. Me he tomado la licencia de subrayar algunas que me parecen esenciales, pero no he querido recortar nada, precisamente para evitar la manipulación del texto. Pienso que no hago un juicio temerario si afirmo que, por desgracia, muchos políticos se han dedicado a opinar sin haber leído esas palabras (y he recordado entonces las críticas de tantos ante la condena a muerte de Galileo por parte de la Inquisición cuando... realmente Galileo murió de viejo en su casa y sin haber pasado por la cárcel).

 

         A continuación he añadido algunos datos y explicaciones (sacados de diversos artículos y algún comentario personal) que permiten entender por qué Edward C. Green, (profesor en Harvard, quien no sólo no es católico sino que se declara agnóstico) afirma que el Papa “podría tener razón”.

 

ENTREVISTA CONCEDIDA POR EL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LOS PERIODISTAS DURANTE EL VUELO HACIA ÁFRICA

Martes 17 de marzo de 2009

P. Santidad, entre los muchos males que afligen a África, destaca el de la difusión del sida. La postura de la Iglesia católica sobre el modo de luchar contra él a menudo no se considera realista ni eficaz. ¿Afrontará este tema durante el viaje? (Philippe Visseyrias de France 2).

R. Yo diría lo contrario: pienso que la realidad más eficiente, más presente en el frente de la lucha contra el sida es precisamente la Iglesia católica, con sus movimientos, con sus diversas realidades. Pienso en la Comunidad de San Egidio que hace mucho, visible e invisiblemente, en la lucha contra el sida, en los Camilos, en tantas otras cosas, en todas las religiosas que están al servicio de los enfermos... Diría que no se puede superar este problema del sida sólo con dinero, aunque éste sea necesario; pero si no hay alma, si los africanos no ayudan (comprometiendo la responsabilidad personal), no se puede solucionar este flagelo distribuyendo preservativos; al contrario, aumentan el problema. La solución sólo puede ser doble: la primera, una humanización de la sexualidad, es decir, una renovación espiritual y humana que conlleve una nueva forma de comportarse el uno con el otro; y la segunda, una verdadera amistad también y sobre todo con las personas que sufren; una disponibilidad, aun a costa de sacrificios, con renuncias personales, a estar con los que sufren. Éstos son los factores que ayudan y que traen progresos visibles.

Por tanto, yo diría que nuestras dos fuerzas son éstas: renovar al hombre interiormente, darle fuerza espiritual y humana para un comportamiento correcto con respecto a su propio cuerpo y al de los demás, y esa capacidad de sufrir con los que sufren, de permanecer presente en las situaciones de prueba. Me parece que ésta es la respuesta correcta, y la Iglesia hace esto; así da una contribución muy grande e importante. Damos las gracias a todos los que lo hacen.

 

DATOS

 

En Uganda, entre 1989 y 1995, los jóvenes que practicaban la abstinencia pasaron del 31% al 56% en los chicos, y del 26% al 46% en las chicas. Los hombres que tenían relaciones con tres o más mujeres pasaron del 15% al 3%. La tasa del VIH pasó del 21% en 1991 al 6’4% en 2005, con un gasto de 0’23 dólares por persona, al aplicar la estrategia ABC (’Abstinence’= Abstinencia, ‘Be faithful’= Sé fiel, ‘Condom if you don´t follow A or B’= Si no sigues A o B, usa el condón).

 

En Camerún, las ventas de preservativos aumentaron de 6 a 15 millones entre 1992 y 2001, pero la tasa de sida se triplicó.

 

EXPLICACIONES

 

El profesor Edward Green, en un artículo del Washington Post  (29 de marzo de 2009) titulado El Papa puede tener razón, escribía lo siguiente: En teoría los condones deberían funcionar siempre. O al menos debería ser mejor usarlos que no usarlos, pero esto, en África, no es así. Una razón -afirma- es la de la compensación del riesgo, es decir, la gente se siente segura usando condones y adopta conductas más arriesgadas sexualmente. Otro factor es que las personas raras veces utilizan preservativos con sus parejas estables, porque eso podría significar falta de confianza.

 

         Algunas personas dicen -y con razón- que se equivocan quienes afirman que es igual el riesgo de contraer el sida (o de tener un embarazo) sin utilizar preservativo que utilizándolo. Y concluyen que decir lo contrario sería como negar que el uso del cinturón de seguridad disminuye el riesgo de muerte en un accidente de coche.

 

         Sin embargo, no son comparables ambos casos. La prueba está en que las campañas a favor del uso del cinturón de seguridad (o la amenaza de multas y pérdida de puntos del carnet) sí han conseguido que baje el la cifra de muertos en accidentes de tráfico, mientras que el efecto de las campañas a favor del preservativo no se traduce habitualmente en descenso de casos de sida o de embarazos no deseados. ¿Por qué? Intentaré explicarlo...

 

         Cuando un joven ve anuncios sobre el uso del cinturón de seguridad o la pérdida de puntos que causan las infracciones en la circulación, esa propaganda no le incita a conducir el coche más -ni menos- que antes: por eso, si la campaña consigue que -entre quienes conducen- se utilice más el cinturón, o se eviten las bebidas alcohólicas, el exceso de velocidad o el uso del móvil... el “efecto” de inmediato será un descenso en el número de muertes.

 

         En cambio, cuando se hacen campañas generalizadas a favor del uso del preservativo, se consigue que muchos trivialicen la sexualidad y consideren esas relaciones como algo “divertido” y “sin riesgo” (por el preservativo): son más jóvenes quienes mantienen relaciones y con mayor frecuencia, y por eso... finalmente son más los NÚMEROS ABSOLUTOS de contagio de sida y de embarazos no deseados. De hecho, no deja de sorprender -desagradable y escandalosa sorpresa- que, año tras año, sigan subiendo los embarazos de adolescentes y los casos de aborto entre gente joven (a pesar de que llevamos casi veinte años con campañas que favorecen el uso del preservativo en España: ¿hay algún joven que lo ignore?) ¿Por qué no para de crecer el número de abortos si cada vez se difunde más el preservativo? Y si se producen más embarazos no deseados, ¿no aumentará también el riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual?

 

         Me preocupa que las autoridades políticas hayan “arrojado la toalla” de forma casi definitiva en la tarea de educar a los jóvenes. Soy biólogo y sé que para evitar el desarrollo de algunas plagas de insectos, uno de los mejores recursos consiste en liberar hembras estériles (obtenidas en laboratorio) que compitan con las fértiles para evitar la descendencia. Claro, son animales. Pero me parece indigno tratar a los jóvenes así (como van a ser incapaces de orientar y controlar sus afectos, vamos a “esterilizarlos” ocasionalmente con los preservativos, piensan algunos...). De hecho resulta el efecto contrario: se desatan los comportamientos pasionales y crecen las enfermedades de transmisión sexual (una auténtica plaga) y los embarazos no deseados (en esto sí que me niego a hablar de plaga, por tratarse de niños, de personas importantes en sí mismas; aunque algunos prefieran hablar de “plaga” y busquen quitarse de enmedio esas criaturas).

 

         Soy educador y me niego a “tirar la toalla”. Es posible educar (a los jóvenes y a otros no tan jóvenes que también precisarían una reeducación). A lo largo de estos años he visto muchachos “asqueados” consigo mismos por la actitud que mantenían con su novia (o con sus amiguitas) y que han decidido cambiar; otros que son ya padres y madres de familia y que -si no hubiesen cambiado su forma de vida- quizá no lo serían por haber terminado víctimas del sida o -simplemente- incapaces de contraer un compromiso estable de matrimonio. Y en África (en Uganda) también se ha demostrado que la apuesta por la educación es “rentable”: más barata y más eficaz (en Uganda sólo ha habido un repunte en las cifras de afectados por el sida cuando los asesores extranjeros han eliminado repetidamente las referencias a la abstinencia y la fidelidad en los documentos del Plan Estratégico Nacional). ¡Ya está bien de tratarnos como bestias irracionales, llenos de pasiones pero incapaces de amar!

 

         Y sigo pensando que, mientras busquemos sólo “acabar con plagas” y no “educar”, tampoco habrá victorias. De igual forma en otros campos como la violencia doméstica (pues sólo será “útil” el temor a ser denunciado y no se desarrollará un verdadero sentido de respeto hacia la mujer).

 

         Con esto termino mi “reflexión en voz alta”. Pienso que debo escribir estas cosas: por mostrar la verdad en asuntos que se prestan tanto a la manipulación (aprovechando la ignorancia de la gente); y por lealtad y correspondencia a quien -con sus 82 años- podría reclamar un merecido descanso después de una vida llena de trabajo bien hecho, pero sigue trabajando y consumiendo sus energías al servicio de todos...