“ERRARE HUMANUM EST”, PERO
PEDIR PERDÓN ES MÁS HUMANO
(Guión adaptado de una clase impartida el
curso1996/97)
I
Hablando ayer, en clase, de la dureza y fragilidad del diamante,
estudiábamos la aparente contradicción entre las dos propiedades de ese
mineral: el más duro… ¡y tan frágil! Y extrapolábamos esas dos características
a lo que sucede en la convivencia diaria: no ceder nunca en nuestros gustos y
en nuestras opiniones la hace difícil (dura/rígida y frágil a la vez), y la
convivencia se quiebra (entre grupos sociales, entre amigos, en un
matrimonio…)
Hice ese comentario porque me pareció conveniente. No me extendí porque
se trataba de una clase de Ciencias. Pero hoy, en el Plan de Formación Humana,
debo hacerlo.
II
- Errare humanum est: errar es humano. Y cualquiera de nosotros
(que se conozca medio-bien) se sabe capaz de todos los errores y de todos los
horrores que haga el hombre más desgraciado de este mundo (en expresión
afortunada de San Josemaría).
Os contaré algo que sucedió hace muchos años…:
Nos conocíamos desde pequeños (fuimos compañeros de clase en el
Colegio) y ambos recibimos en nuestras familias una buena formación cristiana
que habíamos incorporado a nuestras vidas…
Más de cinco años después de habernos visto por última vez me telefoneó
porque quería hablar conmigo…: vivía en una situación irregular con su novia.
–“No sé por qué te cuento esto -decía-, me siento avergonzado… ¡Quién me iba a
decir que yo...!”
Después de aconsejarle: -“Tranquilo, que no me asusto… Estoy hecho de
la misma pasta que tú y sería capaz de eso… y de errores mucho más grandes…”
(aclaro que, no mucho tiempo después se casaron).
Sí, errar es humano…
III
…pero pedir perdón es más humano.
No me refiero sólo a pedir perdón a Dios: sentimos la necesidad de
acudir a confesarnos con frecuencia -al menos yo sí-, y de pedirle perdón
muchas veces al día (“Lo siento: te he fallado en esto -le decimos-, pero no
volverá a suceder… y quizá al cabo de una hora volvemos a caer en lo mismo…
¡perdón, otra vez!) Es lo que sucede cuando uno tiene “piel fina”
Un niño percibe cuándo se le posa en la piel un mosquito… Un pescador con la
piel curtida por el viento y el sol, no se entera de que se le ha posado una
avispa.
Me refiero a pedir perdón a los demás:
- Llamar a uno por un mote molesto (errar) es humano…
- Juzgar equivocadamente a alguien –“¡estoy seguro de que ha sido
Fulanito!”- es humano…
- Pegar a alguien cuando estamos nerviosos es humano…
- Incumplir la palabra dada por debilidad es humano…
- “Rajar” de alguien cuando estamos enfadados o en un ambiente hostil a
esa persona es humano…
IV
Pero si no se pide perdón nunca…:
- La amistad -ante esa “rigidez”- se quiebra: si uno no reconoce sus
errores (no es sincero), tampoco verá la necesidad de rectificar y de pedir
perdón (no será humilde, y se volverá insoportable).
La falta de humildad, por ser falta de sinceridad -virtud absolutamente
necesaria en cualquier relación humana-, es el mayor obstáculo para la
amistad.
- Nadie nos corregirá (ya que pensarán todos que es una pérdida de
tiempo intentar corregir a quien nunca admite errores) y… ¡cómo se agradecen
esas correcciones llenas de lealtad!
V
¿Habéis probado a pedir perdón a alguien, sinceramente, después de
ofenderle? Si se trata de un amigo, ¡cuánto se refuerza la amistad! (-“No te
preocupes”, nos responderá conmovido).
VI
Para terminar: pedir perdón es más humano:
- Así perdura y se fortalece la amistad…
- …y la fidelidad dentro del matrimonio.
En cuanto a Dios:
- Faltar a Misa un domingo por comodidad o pereza es humano… (Pero no
pedir perdón a Dios después… nos lleva a abandonar la oración: y eso es
inhumano).
- Tener una caída de impureza por debilidad es humano… (Pero no
reconocer nuestra debilidad y abandonar la lucha por tener un corazón limpio…
es ponernos a la altura de un simple animal, sin voluntad, y perder poco a
poco la capacidad de amar debido a nuestro egoísmo).
- Fumarse un porro por tontear o por la presión del ambiente es humano…
(Pero no rectificar es -una vez más- embrutecernos: esclavos de la droga,
igual que la persona del ejemplo anterior lo era de su apetito
sexual).