Embriones…
¿sobrantes?
Con mis alumnos de bachillerato, además de explicarles
los contenidos teóricos de la asignatura, trato en las clases distintos temas
de bioética: expongo un tema y debatimos las opiniones que cada uno tiene al
respecto. Frecuentemente surgen discrepancias. Sin embargo, cuando estudiamos
temas sobre el respeto que merece la vida humana en cualquier fase de su
desarrollo –también en fase embrionaria- resulta llamativa la defensa unánime
que todos hacen de ese derecho.
Comprendo que no resulta fácil el papel que les ha
“tocado” resolver a los políticos. Desde hace años se practican en España –y en
Europa- técnicas de fecundación “in vitro” que nos
han llevado a dilemas éticos y jurídicos muy complejos: ¿Qué hacer con los
embriones “sobrantes” –expresión ciertamente terrible-, resultado de esas
prácticas de FIV? Cualquier científico honrado reconoce que son individuos y,
por tanto, personas humanas. Sin embargo, resulta tan “tentador” utilizarlos en
investigación que... algunos intentan obviar lo evidente. Habría que
respetarlos, incluso siendo ya inviables
(de la misma forma que rechazaríamos la idea de “experimentar” con un enfermo
terminal irreversible aunque haya perdido ya la consciencia)
pues atentaríamos contra su dignidad.
Me parece correcta la iniciativa de legislar yendo a
la raíz del problema: vamos a evitar que se produzcan más embriones congelados
(que después llaman “sobrantes” por la sencilla razón de que no les ha “tocado
en suerte” ser implantados). El anteproyecto de ley de reproducción asistida
preveía que no se pudiesen fecundar más de tres óvulos en cada ciclo de FIV,
salvo en algún caso excepcional. He sabido que –por presión de las clínicas
FIV- las excepciones recogidas en el nuevo texto que el lunes-29 se presenta para
su aprobación en el Congreso, harán de la nueva ley un “coladero” de embriones
congelados. Sería terrible que dejásemos pasar esta ocasión de defender a los
más débiles, sólo por no haber sido nosotros fuertes ante las presiones
económicas...
Si, porque no son de otro tipo las presiones que se están produciendo.
Se habla a menudo de la influencia del dinero que mueven los negocios
inmobiliarios como causa de corrupción. No es menos el dinero que mueve la
industria farmacéutica y la médica. Y son miles de millones los que manejan
industrias de ese sector que crecen a costa de la experimentación y de la
comercialización de restos procedentes de embriones y fetos humanos.
La presión es muy fuerte, pero vale la pena mantenerse
firme. Una cesión por debilidad en leyes sobre economía, inmigración,
ordenación del territorio... pueden llevarnos a lamentaciones por la
inestabilidad social que acarrean. Pero cesiones en leyes que afectan
directamente a la vida humana pueden gravar nuestra conciencia con la muerte o
el abuso sobre la vida de tantas personas inocentes sería un daño demasiado
grande, además de irreversible.
Comprendo la presión fuerte –de carácter económico,
insisto: que no nos vengan con monsergas- a la que se encuentran sometidos el
Gobierno y los diputados en el Congreso. Pero hay asuntos en los que uno nunca
puede ceder... si quiere salvaguardar su dignidad.
Confío en el buen sentido de nuestros políticos para
buscar, una vez más, el bien común de nuestra sociedad, y defender los derechos
de esos embriones todavía incapaces de defenderlos.
Fernando
del Castillo del Castillo
Marbella,
29 de septiembre de 2003