Europa sin alma

(sobre experimentación con embriones)

 

Aparece en prensa la noticia de que pronto se aprobará en España una legislación para regular la experimentación con embriones “sobrantes” siempre que se realice con fines terapéuticos. Es la constatación de un gran fracaso: existen embriones congelados, fabricados por científicos, y no resulta fácil encontrar soluciones sin reconocer que nunca debieron ser “fabricados”.

 

            ¿Por qué no se dedica un mayor esfuerzo para paliar los problemas de fertilidad en matrimonios con dificultades para tener hijos? ¿Por qué no se invierte en educar a los esposos en los métodos naturales que –como bien sabemos- también son útiles para favorecer la llegada de nuevos hijos? ¿Por qué no se legisla para facilitar que esos matrimonios con deseos de tener hijos adopten los de aquellos que desean abortar? Cualquiera de estas soluciones resulta más rentable económicamente y –lo más importante- es respetuosa con la dignidad de cada persona, pues en ningún caso origina embriones “sobrantes”.

 

            Faltan líderes entre los políticos europeos que abanderen esta causa. Que reconozcan –es de sabios rectificar- que ha sido un grave error promocionar la fecundación “in vitro” desde 1978, pues ha generado cientos de miles de embriones humanos llamados “sobrantes”, es decir, condenados a muerte.

 

            No quiero ser pesimista. Estamos construyendo una Europa unida sólo sobre bases económicas, y existen todavía grandes lagunas en el fundamento ético y cultural (de ahí la dificultad que algunos encuentran para citar la importancia del humanismo cristiano en el origen histórico de nuestra convivencia). Debemos fortalecer estos fundamentos: una Europa sólo económica es una Europa sin alma, un gigantesco cadáver que –tarde o temprano- terminará por descomponerse.

 

                                   Fernando del Castillo del Castillo

                                   Marbella, 7 de junio de 2003