UN BUEN PLAN

(Carta a los padres para orientar las vacaciones de verano)

 

Marbella, 24 de junio de 1997.

 

Queridos amigos:

 

Igual que el año pasado, aprovecho la entrega de notas de junio para escribiros unas letras que quizá os sean útiles para orientar las vacaciones de vuestros hijos y las vuestras (aunque éstas sean más breves). En otras palabras: deseo que mis palabras os ayuden a organizar un buen plan para toda la familia.

 

-Dios

 

Empiezo por aquí -sin tapujos- porque es -bien lo sabéis- lo más importante. No pueden ser estos días un paréntesis para nuestra vida cristiana, quia fecisti nos ad te, et inquietum est cor nostrum donec requiescat in te (Confessiones I, 1), decía San Agustín: porque nos hiciste para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti. Y es que el descanso físico que buscamos estos días pierde en gran medida su sentido si no hay verdadero descanso del alma.

-¿Y qué tengo que hacer yo para permanecer habitualmente cerca de Dios durante el verano? -No voy a dar consejos particulares en esta carta: si escuchas sinceramente en el fondo de tu conciencia, buscando la verdad y no la comodidad de justificar tantas apetencias... descubrirás la respuesta. Y, sobre todo, hay que estar dispuesto a rectificar a menudo.

No sólo no es obstáculo esa cercanía para nuestro descanso, sino que es condición sine qua non para que sea verdadero descanso. Lo decía apenado el obispo de Hipona cuando, al final de la obra que he citado más arriba, contrastaba la vida que llevó antes de su conversión -llena de trabajos y descansos, pero lejos de Dios- con la de después: "Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé". Y le sobraba experiencia -en las dos etapas, largas y distintas, de su vida- para afirmar esto con autoridad.

 

-Los demás

 

(Los Diéguez se encuentran alborotados. Son casi las doce de la mañana y han quedado  con unos familiares que vendrán a comer a casa. En la casa todo está "patas arriba").

-¡Manolito todavía sin desayunar! Estoy segura de que se ha vuelto otra vez a la cama, comenta la madre. -Pues yo lo levanto... ¡como sea!

El cuarto de los padres está sin arreglar. El padre aprovecha para ojear el periódico: quiere estar al día de los últimos fichajes, a su hermano le encanta el fútbol y éste será -seguro- el tema de la sobremesa. Javi -hermano de Manolito- juega con  los video-juegos que le trajeron los Reyes el pasado invierno. Su cama sigue sin hacer. Nadie ha salido a comprar el pan.

(...)

Cuando nos preocupamos excesivamente de nosotros mismos, se acumulan las cosas (en verano, por desorden, esas cosas a veces son más). Y crece la tensión en las personas que -dentro de la familia- se ven sobrecargadas de trabajo: gritos, broncas, discusiones... Todos salimos perdiendo. -¡Con lo fácil que sería arrimar todos el hombro para terminar antes, sin necesidad de que nos lo pidan o nos lo exijan!... ¡Si tenemos más tiempo libre que durante el curso!

 

 


-El tiempo

 

Ya me habéis oído sobre esto en la sesión informativa del segundo trimestre: ¿os acordáis? La confianza que tenemos me llevaba a manifestaros de qué manera me habían impresionado las muertes de dos personas muy queridas en el espacio de menos de un mes. Gracias a Dios, supe que estaban bien preparadas, a pesar de lo repentino que fue todo. Y ha sido éste un tema que no se ha apartado de mi mente: el tiempo, que tenemos poco tiempo (incluso setenta u ochenta años son poco tiempo) y que debemos aprovechar hasta el último segundo de ese tiempo para "engrandecer nuestra alma", para aumentar nuestra capacidad de amar (ya por toda una eternidad...).

Y sin embargo, en periodos de vacaciones es frecuente la sensación de que sobra tiempo. Y se da el "crimen" (es un verdadero crimen) de "matar" el tiempo.  Es verdad que al quitar ocho horas de trabajo -o de clases y estudio- de nuestro horario, aparecen huecos. Pero ¡hay tantas cosas que hacer! El año pasado os animaba a dedicar más tiempo a los amigos, a la familia...: es necesario para que crezca la amistad. También al deporte, a la lectura y a aficiones para las que nos falta tiempo durante el curso...

Conviene hacerse un "mini-horario" que recoja los trazos generales de nuestro día de vacaciones. Y no debe ser un horario "yo-mi-me-conmigo". El horario tiene que ser reflejo del orden que hay en nuestros afectos: 1º) Dios, 2º) los demás y 3º) yo (aunque a veces nos asalte la tentación de: 1º) yo, 2º) yo y 3º) yo, y si me sobra algún ratillo, ya veremos...). -La mayor derrota que podemos sufrir en ese horario es la incapacidad para concretar una hora de acostarnos y otra de levantarnos. Sobre si hemos retrasado mucho esas horas, quizá nos sirva este criterio: siempre tiene que haber tiempo para desayunar (y nadie desayuna a la una, si piensa almorzar después), y habitualmente debe darnos tiempo de hacer bastantes cosas (aparte de asearnos, desayunar, arreglar la habitación y hacer la compra) por las mañanas: ¡que no somos murciélagos!...

 

Una vez más me he extendido con la carta. ¡Menos mal que tenéis paciencia conmigo! Os deseo unos meses de verano estupendos a toda la familia. Y espero que nos veamos de nuevo el próximo curso.

Un fuerte abrazo,

 

Fernando del Castillo del Castillo