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Compendio de Bioética

 

16. LA EUTANASIA

Introducción. Precedentes históricos

Eutanasia: etimológicamente procede de las palabras griegas:

─"eu": buena

─"thánatos": muerte

Entonces significaría "buena muerte" o "muerte dulce".

La propuesta de legalizar la eutanasia no es nueva. Ya en Grecia algunos empezaron a plantear esta posibilidad.

Platón (s.V a. J.C.) escribió: "Establecerás en el Estado una disciplina y una jurisprudencia que se limite a cuidar de los ciudadanos sanos de cuerpo" (La República, III). No debe extrañarnos esto, pues conocemos bien la situación de indefensión en la que se encontraban los más débiles dentro de la sociedad griega: los no nacidos, los niños, los ancianos y los enfermos.

De alguna manera llegó a suceder lo mismo durante el imperio romano, hasta que el pensamiento cristiano empezó a impregnar la vida y las leyes de la sociedad.

Sin embargo, en esas sociedades precristianas hubo también grandes pensadores y científicos con un muy alto concepto de la persona humana: es el caso de Hipócrates. En el juramento hipocrático (460 a. C.) se dice: "no daré ningún veneno a nadie, aunque me lo pida, ni tomaré nunca la iniciativa de sugerir tal cosa" (Corpus Hippocraticum, I).

En el siglo XX nos hemos encontrado con el contraste de voces que apoyan esa legalización y voces que se oponen a la misma...

Documento de 1974: firmado por 40 científicos entre los que figuran 3 Premios Nobel: Monod (Biología), Pauling (Química) y Thomson (Física). En él se afirma que las personas con una enfermedad incurable y que sufren por ella tienen derecho a acabar con su vida cuando deseen, y que ninguna ley puede negarles este remedio para su dolor. ─Si estudiamos el concepto que estos científicos tienen de la persona humana, entenderemos mejor el porqué de su postura ante la eutanasia: para ellos el hombre es solo un animal complejo y, por eso, no importante en sí mismo. La defensa de la eutanasia siempre se ha apoyado en una visión puramente materialista de la vida humana. ─Son numerosos los científicos de prestigio que se oponen a la eutanasia (como el Prof. Lejeune), pero a estos se les ha dado menos publicidad.

Tipos de eutanasia

Según el modo y las circunstancias de su aplicación distinguimos entre:

a) Eutanasia agónica: provocar la muerte de un enfermo ya desahuciado.

b) Eutanasia suicida: se la aplica el propio individuo. Se trata más bien de un tipo de suicidio. A veces cooperan otras personas ante la súplica del enfermo.

c) Eutanasia homicida: un sujeto se la aplica a otro. Puede ser de dos tipos:

*Homicidio piadoso: cortar la vida de un hombre para liberarlo de las taras de una enfermedad terrible, una deformación física o una vejez angustiosa.

*Eutanasia económica o social: eliminar vidas humanas consideradas como una carga social, también denominadas "vidas sin valor vital".

d) Eutanasia positiva: se provoca la muerte de un individuo mediante la administración de fármacos.

e) Eutanasia negativa: consigue su fin omitiendo cualquier tipo de ayuda médica al enfermo. Se llama también ortotanasia o "muerte normal".

 No se deben confundir con modos de eutanasia, puesto que no lo son:

a) Distanasia: consiste en omitir los medios considerados extraordinarios, que solo sirven para prolongar artificialmente la vida de un individuo con un proceso patológico irreversible: no es propiamente eutanasia porque está ausente la acción positiva de matar y porque no hay posibilidad de vida natural.

b) Eutanasia lenitiva (tampoco es propiamente eutanasia): consiste en aliviar o suprimir el dolor físico de una enfermedad mortal por fármacos o medios que tienen el efecto secundario de acortar la vida. Siempre que se busque el efecto principal o primario de aliviar el dolor es, no solo aceptable, sino incluso aconsejable y necesaria, porque, además de aliviar el dolor, puede aliviar males peores como la desesperación o la enajenación mental. En cualquier caso debe procurarse que el enfermo pueda actuar libremente en la disposición de su última voluntad: respecto a sus bienes materiales y respecto a su alma.

Juicio ético

Cualquier tipo de eutanasia es reprobable, pues toda vida humana es importante como para no ser despreciada por otros. También cuando el enfermo se muestra de acuerdo, de igual forma  que nadie en su sano juicio deja que un suicida se quite la vida diciendo: ¡allá él!... Pero vamos a analizar separadamente algunos de los tipos de eutanasia que hemos enumerado:

a) La eutanasia suicida es tan reprobable como el suicidio.

b) La eutanasia por compasión es reprobable también, aunque a veces se difunda la opinión  contraria recurriendo a los sentimientos: ¿se puede hablar de MATAR "por compasión"?

c) La eutanasia económica o social es más repugnante aún, por la visión utilitarista que ofrece de la vida.

d) La eutanasia por omisión tampoco es justificable, pues la pasividad consciente de quien atiende al enfermo es causa de que le llegue la muerte.

Algunas consideraciones finales

La dignidad de la muerte depende de la grandeza de ánimo del sujeto que se enfrenta a ella y no de las dificultades externas materiales.

Es una gran contradicción defender la eutanasia hoy en día, cuando los avances de la medicina permiten aliviar con gran eficacia los dolores de las distintas enfermedades.

Los previsibles efectos de una despenalización son conocidos. Igual que sucedió con la despenalización del aborto, comenzaría a aplicarse en “casos límite”, pero ─con el paso del tiempo─ se convertiría en un medio ordinario para acabar con el dolor. Y la "compasión" serviría finalmente de excusa para aplicarla a los deficientes, débiles, etc. No es esto una exageración: en el siguiente tema veremos cómo se ha desarrollado la despenalización de la eutanasia en Holanda. Y tampoco se plantea la eutanasia como algo cruel: Realmente se practica (dicen sus defensores) porque así quitamos a esta pobre gente la "carga" de una existencia sin "calidad de vida"...

Se crea una situación de desconfianza entre los pacientes que ingresan en los hospitales, pues podrían decidir por ellos quitarles la vida. En Holanda, tras la despenalización de la eutanasia, ha cundido entre los ancianos el temor a ir a un hospital público, por miedo a que se les aplique la eutanasia. También en Holanda se ha difundido un documento llamado "testimonio vital", por el que se expresa el deseo del sujeto de que no se le aplique la eutanasia activa, ni el "encarnizamiento terapéutico" o la experimentación. Este documento es un mecanismo de defensa desarrollado ante el temor que tienen enfermos y ancianos de que otros ─amparados por la “ley”─ decidan quitarles la vida.

La distinción entre medios ordinarios y extraordinarios depende de la situación del paciente, del nivel de la sanidad en ese país y del hospital. Por eso es más apropiado hablar de medios proporcionados y desproporcionados.  Siempre hay que evitar el "encarnizamiento terapéutico": inútil y contrario a la dignidad de la persona.

Por último: la aceptación de la eutanasia por parte de algunas personas, es consecuencia de haber oscurecido en sus mentes el sentido de la vida y el valor de cada persona humana. Si fuésemos máquinas, sería comprensible la decisión de "desguazar" a los individuos que no ofrezcan suficiente calidad. También es lógico actuar así cuando se trata de animales irracionales: la vida de un animal es puramente sensible, y por eso no tiene sentido mantener vivo a un caballo paralítico o a un ave ciega (salvo que sean especies en riesgo de extinción y sean precisos esos individuos para mantenerlas).

Pero nosotros somos inteligentes y libres. Un tetrapléjico no podrá realizar muchas actividades externas, pero puede entender y puede ser amado y amar (el amor es un acto personal, libre): lo que hace de él alguien muy importante. También alguien con discapacidad psíquica puede ser amado y es capaz de amar: quizá no sepa resolver integrales, pero importa poco (una compleja computadora resolverá con rapidez esos problemas, pero al ser incapaz de amar es absolutamente inferior al discapacitado).

Por eso no tiene sentido hablar de "vidas sin valor vital": toda vida humana tiene "valor vital". Incluso la de quien desea acabar con su propia vida, pues ese deseo es en realidad fruto de no saberse querido por otros, de considerarse un "trasto inútil". Incluso la de quien, "compadecido"(¿?) del sufrimiento ajeno, quiere acabar con la vida de otros enfermos o ancianos...

 

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