MISTERIOS DOLOROSOS
 

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MISTERIOS DOLOROSOS

(martes y

viernes)

 

1. LA ORACIÓN DEL HUERTO

 

 

 

Oración y agonía de Jesús en el huerto (Lc 22,39-46)

 

Salió y como de costumbre fue al monte de los Olivos. Le siguieron también los discípulos. Cuando llegó al lugar, les dijo:

‑Orad para no caer en tentación.

Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra y, de rodillas, oraba diciendo:

‑Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.

Se le apareció un ángel del cielo que le confortaba. Y entrando en agonía oraba con más intensidad. Y le sobrevino un sudor como de gotas de sangre que caían hasta el suelo. Cuando se levantó de la oración y llegó hasta los discípulos, los encontró adormilados por la tristeza. Y les dijo:

‑¿Por qué dormís? Levantaos y orad para no caer en tentación.

 

 

Algunas consideraciones para meditar el misterio

 

- Tanta tensión acumula Jesús en su oración que “suda” sangre: se le han reventado los capilares. Otro hombre quizá habría muerto, pero Él quiso no morir, quiso seguir sufriendo para mostrarnos su Amor infinito.

- ¿Qué hacía sufrir tanto al Señor? Los innumerables pecados: pasados, presentes y futuros... (también míos), que iban a recaer sobre sus espaldas. Un alma delicada, sensible, siente más repugnancia que un alma ruda ante el desorden , el dolor... ¡Y el alma humana de Cristo!...

- Los tres Apóstoles duermen: tristeza, cansancio... ¡Jesús siente la soledad! Sólo un Ángel le conforta. Si hubiese estado allí la Virgen, hablando con Ella habría encontrado al menos algún consuelo humano (porque Ella sí entendía el sentido de aquel “fracaso”)

- "Padre, si es posible…" y la Voluntad humana de Jesús -a la que repugna naturalmente tanto sufrimiento- se identifica con la de Dios: "…pero no se haga mi voluntad sino la tuya." Debo recordarlo cuando no entienda: "¡por qué me pasa esto a mí!"

- "¿A quién buscáis?" -"¡A Jesús Nazareno!" (y caen postrados en tierra). Podría vencerlos con su palabra, con su sola mirada: pero se entrega libremente.

- Vienen a apresarlo. Sin embargo, Jesús cura -un último milagro antes de morir- la oreja de Malco que había cortado Pedro con su espada: siempre pensando en los otros, (aunque sean enemigos).

 

 

 

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