CONFESIÓN SACRAMENTAL

CONFESIÓN SACRAMENTAL

 

 

 

La necesidad de la Confesión quizá lucha en lo vivo del alma con la vergüenza; pero cuando el arrepentimiento es verdadero y auténtico, la necesidad vence a la vergüenza (...)

Y cuantos se acercan al confesonario, a veces después de muchos años y con el peso de pecados graves, en el momento de alejarse de él, encuentran el alivio deseado; encuentran la alegría y la serenidad de la conciencia que fuera de la confesión no podrán encontrar en otra parte (Juan Pablo II, Homilía del 16.III.1980)

 

 

 

Ex. Ap. "Reconciliatio et poenitentiae", Juan Pablo II (2-12-1984)

 

Un hombre tenía dos hijos. El más joven dijo al padre: “Padre, dame la parte de herencia que me corresponde” (cfr. Lc 15, 11-32), dice Jesús poniendo al vivo la dramática vicisitud de aquel joven: la azarosa marcha de la casa paterna, el despilfarro de todos sus bienes llevando una vida disoluta y vacía, los tenebrosos días de la lejanía y del hambre, pero más aún, de la dignidad perdida, de la humillación y de la vergüenza y, finalmente, la nostalgia de la propia casa, la valentía del retorno, la acogida del Padre. (...) El hombre –todo hombre- es este hijo pródigo (...)

 

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Confesión y Eucaristía (Juan Pablo II)

 

 

CONFESIÓN SACRAMENTAL

 

EL PECADO

-¿Qué es el pecado? El pecado es una ofensa a Dios.

-¿Cuántas clases de pecado hay? Hay dos clases de pecado: mortal y venial.

-¿Qué efectos produce en el alma el pecado mortal? El pecado mortal:

*mata la vida de la gracia,

*rompe la amistad del hombre con Dios,

*hace al hombre merecedor del infierno.

-¿Qué condiciones son necesarias para que se cometa un pecado mortal? Para que se cometa un pecado mortal son necesarias estas tres condiciones:

*que la materia sea grave,

*que haya plena advertencia,

*que haya perfecto consentimiento.

-¿Qué efectos produce en el alma el pecado venial? El pecado venial no mata la vida de la gracia, pero la debilita y nos predispone al pecado mortal.

-¿Qué condiciones son necesarias para que un pecado sea venial? Para que un pecado sea venial, basta con que falte alguna de las condiciones necesarias para el pecado mortal.

 

EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA

-¿Qué es el sacramento de la penitencia? La Penitencia, que se llama también Confesión, es el sacramento instituido por Jesucristo para perdonar los pecados cometidos después del Bautismo: "Recibid el Espíritu Santo; a quienes perdonareis los pecados, les son perdonados, y a quienes se los retuviereis, les son retenidos" (Jn 20, 22-23).

-¿Cuándo recibimos el sacramento de la Penitencia? Cuando nos confesamos bien y recibimos la absolución. Para confesarse bien son necesarias cinco cosas:

*El examen de conciencia: consiste en recordar todos los pecados cometidos desde la última confesión bien hecha.

*El dolor de los pecados: es el sentimiento o pesar sobrenatural de haber ofendido a Dios.

*El propósito de la enmienda: es la firme resolución de no volver a pecar y de poner todos los medios necesarios para evitar el pecado.

*Decir los pecados al confesor: hemos de confesar por obligación todos los pecados mortales, aunque conviene también decir los veniales.

            *Cumplir la penitencia: rezar las oraciones y hacer las buenas obras que manda el confesor para satisfacer por la pena temporal de los pecados.

-¿De cuántas maneras puede ser el dolor de los pecados? El dolor de los pecados puede ser:

*Dolor perfecto o de contrición: es un pesar sobrenatural de haber ofendido a Dios por ser infinitamente bueno y digno de ser amado sobre todas las cosas. Este dolor perdona inmediatamente los pecados mortales, si se tiene el propósito de confesarlos.

*Dolor imperfecto o de atrición: es el pesar sobrenatural de haber ofendido a Dios por temor al castigo o por la misma fealdad del pecado. Este dolor no perdona inmediatamente los pecados mortales, pero es suficiente para obtener ese perdón en el momento de confesarlos y recibir la absolución.

-¿Cómo hay que decir los pecados al confesor? Con humildad y sencillez: manifestando los ciertos como ciertos, los dudosos como dudosos, y aquellas circunstancias que aumenten o disminuyan su gravedad. Hay que confesar el número exacto de los pecados mortales cometidos, y si no se recuerda, el número aproximado.

-¿Cómo peca el que calla a sabiendas algún pecado mortal? El que calla a sabiendas algún pecado mortal comete un grave sacrilegio y no se le perdonan los pecados confesados. Debe repetir la confesión e incluir el pecado callado y acusarse también de ese sacrilegio.

-¿Hizo buena confesión el que calló por puro olvido un pecado mortal o una circunstancia necesaria? Hizo buena confesión, si empleó la debida diligencia para recordarlo. Si un pecado mortal olvidado en la confesión nos vuelve luego a la memoria, estamos obligados a acusarnos de él la primera vez que vayamos a confesar.

-¿Qué efectos produce el sacramento de la Penitencia?

*Confiere la gracia santificante (si se había perdido) o la aumenta.

*Perdona los pecados mortales, y aun los veniales que confesamos y de los que tenemos dolor.       

            *Perdona la pena eterna y la hace temporal, e incluso puede perdonar más o menos la temporal según las disposiciones.

*Devuelve los méritos de las buenas obras hechas antes de cometer el pecado mortal.

*Concede la gracia y los auxilios oportunos para no recaer en esos pecados.

*Devuelve la paz a la conciencia.

 

 

 

 

BREVE EXAMEN DE CONCIENCIA

  1. ¿He dudado o negado las verdades de la fe católica?

  2. ¿He practicado la superstición o el espiritismo?

  3. ¿Me he acercado indignamente a recibir algún sacramento?

  4. ¿He blasfemado? ¿He jurado sin necesidad o sin verdad?

  5. ¿Creo todo lo que enseña la Iglesia Católica?

  6. ¿Hago con desgana las cosas que se refieren a Dios?

  7. ¿He faltado a Misa los domingos o días festivos? ¿He cumplido los días de ayuno y abstinencia?

  8. ¿He callado en la confesión por vergüenza algún pecado mortal?

  9. ¿Manifiesto respeto y cariño a mis padres y familiares?

10. ¿Soy amable con los extraños y me falta esa amabilidad en la vida de familia?

11. ¿He dado mal ejemplo a las personas que me rodean? ¿Les corrijo con cólera o injustamente?

12. ¿Me he preocupado de la formación religiosa y moral de las personas que viven en mi casa o que dependen de mí?

13. ¿He fortalecido la autoridad de mi cónyuge, evitando reprenderle, contradecirle o discutirle delante de los hijos?

14. ¿Me quejo delante de la familia de la carga que suponen las obligaciones domésticas?

15. ¿Tengo enemistad, odio o rencor contra alguien?

16. ¿Evito que las diferencias políticas o profesionales degeneren en indisposición, malquerencia u odio hacia las personas?

17. ¿He hecho daño a otros de palabra o de obra?

18. ¿He practicado, aconsejado o facilitado el grave crimen del aborto?

19. ¿Me he embriagado, bebido con exceso o tomado drogas?

20. ¿He descuidado mi salud? ¿He sido imprudente en la conducción de vehículos?

21. ¿He sido causa de que otros pecasen por mi conversación, mi modo de vestir, mi asistencia a algún espectáculo o con el préstamo de algún libro o revista? ¿He tratado de reparar el escándalo?

22. ¿He sido perezoso en el cumplimiento de mis deberes? ¿Retraso con frecuencia el momento de ponerme a trabajar o a estudiar?

23. ¿He aceptado pensamientos o miradas impuras?

24. ¿He realizado actos impuros? ¿Solo o con otras personas? ¿Del mismo o distinto sexo? ¿Hice algo por impedir las consecuencias de esas relaciones?

25. Antes de asistir a un espectáculo o de leer un libro, ¿me entero de su calificación moral?

26. ¿He usado indebidamente del matrimonio? ¿Acepto y vivo conforme a la doctrina de la Iglesia en esta materia?

27. ¿He tomado dinero o cosas que no son mías? ¿He restituido o reparado?

28. ¿He engañado a otros cobrando más de lo debido?

29. ¿He malgastado el dinero? ¿Doy limosna según mi posición?

30. ¿He prestado mi apoyo a programas de acción social y política inmorales y anticristianos?

31. ¿He dicho mentiras? ¿He reparado el daño que haya podido seguirse?

32. ¿He descubierto, sin causa justa, defectos graves de otras personas?

33. ¿He hablado o pensado mal de otros? ¿He calumniado?

34. ¿Soy ejemplar en mi trabajo? ¿Utilizo cosas de la empresa en provecho propio, faltando a la justicia?

35. ¿Estoy dispuesto a sufrir una merma en mi reputación profesional antes que cometer o cooperar formalmente en una injusticia?

36. ¿Me preocupo de influir -con naturalidad y sin respetos humanos- para hacer más cristiano el ambiente a mi alrededor? ¿Sé defender a Cristo y la doctrina de la Iglesia?

37. ¿Hago el propósito de plantearme más en serio mi formación cristiana y mis relaciones con Dios?

 

ACTO DE CONTRICIÓN

¡Señor mío Jesucristo!, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.

 

 

 

 

 

 

APÉNDICE

 

 

¿Cuántas cosas son necesarias para confesarnos bien?

 

   Para confesarnos bien son necesarias cinco cosas: examen de conciencia, dolor de los pecados, propósito de la enmienda, decir los pecados al confesor y cumplir la penitencia.

 

   1) Examen de conciencia es recordar todos los pecados cometidos desde la última confesión bien hecha.

 

   2) Dolor de los pecados es un sentimiento o pesar sobrenatural de haber ofendido a Dios.

 

   3) Propósito de la enmienda es una firme resolución de no volver a pecar.

 

      *Tenemos verdadero propósito de la enmienda cuando estamos dispuestos a poner los medios necesarios para evitar el pecado y huir de las ocasiones de pecar.

 

   4) Decir los pecados al confesor: debemos confesar todos los pecados mortales, y conviene decir también los veniales.

 

      *Los pecados se han de confesar con humildad y sencillez, manifestando los ciertos como ciertos, los dudosos como dudosos, y aquellas circunstancias que aumenten o disminuyan su gravedad.

 

      *Hay que confesar el número exacto de los pecados mortales cometidos, y si no se recuerda, el número aproximado.

 

      *El que calla a sabiendas algún pecado mortal comete un grave sacrilegio, y no se le perdonan los pecados confesados.

 

   5) Cumplir la penitencia es rezar las oraciones y hacer las buenas obras que manda el confesor para satisfacer por la pena temporal de los pecados.

 

 

 

 

MODO DE CONFESARSE

 

   Pídele ayuda a la Santísima Virgen y acércate con confianza al confesonario. El sacerdote te comprenderá y te ayudará, aunque no sepas bien cómo confesarte o te dé cierto reparo.

 

   A) Al arrodillarte en el confesonario dirás: “AVE MARÍA PURÍSIMA”, o el saludo acostumbrado. Y te santiguarás. También se puede añadir esta jaculatoria: “SEÑOR, TÚ LO SABES TODO, TÚ SABES QUE TE AMO”.

 

      *Puedes empezar tu acusación así: “Hace tanto tiempo que no me confieso (una semana, cinco meses, seis años...); y me acuso de estos pecados”. Y vas diciendo tus pecados, uno tras otro, de manera sencilla, clara y breve. Es preferible que comiences por el que más te cuesta contar. Los mortales debes decirlos todos, indicando en lo posible el número de veces: ¡no calles voluntariamente ninguno de los que recuerdes, ya que la confesión no te serviría para nada y cometerías un nuevo pecado que se llama sacrilegio!

 

      *Escucha bien los consejos y la penitencia que te indique el confesor. Y antes de que te absuelva, manifiesta tu contrición, diciendo, por ejemplo: “SEÑOR JESÚS, HIJO DE DIOS, APIÁDATE DE MÍ, QUE SOY UN PECADOR”.

 

   B) En la absolución del sacerdote, éstas son las palabras esenciales: “Y YO TE ABSUELVO DE TUS PECADOS EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, + Y DEL ESPÍRITU SANTO”. Tú respondes: “AMÉN”.

 

   C) Terminada la confesión, agradece al Señor su misericordia y cumple, lo antes posible, la penitencia impuesta. Procura también recordar y poner en práctica los consejos recibidos.

 

      *Recuerda, finalmente, que para comulgar bien, además de estar en gracia de Dios, se requiere no haber comido ni bebido -excepto agua y medicinas- al menos desde una hora antes; y saber que en la Sagrada Comunión recibimos a Jesucristo Nuestro Señor. Los enfermos no están obligados a guardar el ayuno de una hora.

 

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