RECUENTO
DE HEMATÍES Y LEUCOCITOS
I)
Introducción
Para
preservar la constancia del medio interno, las células hemáticas han de
mantenerse constantes. Por eso las células viejas o desgastadas son destruidas
y renovadas continuamente. La cantidad de cada tipo de células sanguíneas
constituye un parámetro constante para cada especie, con las variaciones
normales debidas a la edad y al sexo. Este parámetro sólo se verá alterado en
determinadas circunstancias ambientales o patológicas.
El
recuento de células hemáticas, tanto de eritrocitos como de leucocitos, es una
de las pruebas clásicas en analítica clínica. El recuento de plaquetas no se
suele hacer, salvo cuando se sospecha que el paciente tiene alguna anomalía
grave (normalmente de tipo leucémico).
Estas
pruebas tienen por objeto determinar la concentración de los distintos tipos
celulares presentes en la sangre. Permiten detectar anomalías como anemias
y policitemias en el caso de los glóbulos rojos, y leucopenias y leucocitosis
en el de los glóbulos blancos.
La
importancia clínica atribuida al recuento, sobre todo en el caso de los
eritrocitos, ha fluctuado a lo largo de la historia. Actualmente se le da un
valor menor, debido sobre todo a su inexactitud. Para determinar la anemia se
considera más exacto y simple el valor hematocrito (relación entre el volumen
de eritrocitos y el volumen total de sangre).
II)
Material
-Cámara
de recuento de Neubauer o Burker
-Cubreobjetos
-Pipetas
especiales para dilución de la sangre
-Solución
diluyente para la sangre
-Microscopio
III)
Método
Se
llena de sangre la pipeta de dilución (Fig.1), hasta la señal 0'5 ó 1, dependiendo de cuánto deseemos diluir la
sangre. Tomaremos la precaución de evitar burbujas que introducirían errores en
la medición.
Como
se puede apreciar en la Fig.1, existen dos pipetas distintas de dilución de la
sangre: una para eritrocitos y otra para leucocitos. La de eritrocitos presenta
una ampolla de dilución mayor. Si la sangre sube más arriba de la señal, se
puede corregir el error aplicando la punta sobre la yema del dedo o sobre un
papel de filtro. Si el exceso de sangre es grande, se debe limpiar la pipeta y
repetir la operación.
Se
limpia bien la punta de la pipeta y se sumerge en la correspondiente solución
diluyente. Se llena hasta la señal 101 en eritrocitos o hasta la 11 en
leucocitos. Se tapan los extremos de la pipeta y se agita suavemente unos
segundos para facilitar la mezcla en la ampolla de dilución de la pipeta. Como
consecuencia, la sangre queda diluida en la pipeta de eritrocitos a 1/200 (si
se llenó de sangre hasta la señal 0'5) o a 1/100 (si se llenó hasta la señal
1); y en la pipeta de leucocitos a 1/20 o a 1/10.
Se
prepara la cámara de recuento con el cubreobjetos y se vuelve a agitar la
pipeta durante 2 ó 3 min. (no con demasiada energía, para evitar que se rompan
las células). Se eliminan soplando las primeras gotas de líquido que ocupan la
porción capilar de la pipeta, pues en esa zona el líquido está exento de
células, y se apoya la punta de la pipeta (formando un ángulo de
aproximadamente 35º) en el borde del cubreobjetos (Fig.2).
El
líquido penetrará por capilaridad. Debe llenar justamente el espacio plano
situado bajo el cubreobjetos, puesto que un exceso de líquido tiende a
elevarlo, con el consiguiente aumento en el volumen y en el número de células
contadas. Si existe un pequeño exceso de líquido, puede eliminarse tocando
ligeramente la gota con el dedo.
Se
sitúa la cámara en el microscopio, después de unos minutos para que las células
sedimenten, y se procede al recuento con el objetivo de 10 aumentos.
IV)
Principio del recuento
La
cámara de recuento (de Neubauer o Burker) consiste en una gruesa capa de vidrio
con unas plataformas centrales que son exactamente 0'1 mm más bajas que las
laterales. En las plataformas centrales existe una cuadrícula (diferente
dependiendo de una u otra cámara, como muestra la Fig.3).
Los
lados de los cuadrados pequeños son, en ambas cámaras, de 0'05 mm. Los lados de
los cuadrados grandes en la cámara de Neubauer son de 0'25 mm. La altura entre
el cubreobjetos y la cámara central es de 0'1 mm.
Normalmente
se utiliza la cámara de Neubauer (los cuadrados grandes para el recuento de
leucocitos, y los pequeños para el de hematíes).
Una
vez realizado el recuento, los resultados deben expresarse en número de células
por milímetro cúbico de sangre.
nº
céls./mm3 de sangre = (A/V) x
f
Donde:
A
= número de células contadas
V
= volumen del cuadrado (en mm3)
f
= factor de dilución
Cada
persona debe realizar el recuento en al menos 3 cuadrados diferentes y hallar
la media, antes de calcular la concentración de células.
V)
Experiencias sobre esta práctica
A los alumnos les resulta
entretenida. Además, cuando se hace bien, se obtienen valores correctos (5-5’5
millones de eritrocitos/mm3 en los chicos, algo menos en las
chicas).
Pero conviene recordar que
actualmente se recurre más al hematocrito (que, ya lo hemos dicho, también se
puede realizar en clase si disponemos de tubos finos y graduados de vidrio).
Una vez más hay que tomar la
precaución de que los alumnos “susceptibles” o hipocondríacos no “deduzcan” que
están anémicos porque les ha salido una proporción de 3 millones de eritrocitos
por mm3: si no tienen aspecto de “desenterrados”, es probable que se
hayan cometido errores en el proceso. Por todo esto y por higiene, sigo
pensando que lo más práctico es utilizar siempre la sangre del profesor.
Además, ganamos prestigio cuando ven
que nos pinchamos el dedo con una lanceta para sacar una gota de sangre, sin
hacer aspavientos (de todos modos, si
alguno prevé que no va a ser capaz de hacerlo sin desmayarse -¡sería un espectáculo para los alumnos!- conviene
que se ponga de acuerdo antes con algún alumno al que no le importe hacer eso
con su dedo…)