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Por último, tomaremos 10 ml de la
disolución I/5 y los introduciremos en un tubo de ensayo. En el tubo de
ensayo introduciremos un pequeño fragmento de vidrio pendiente de un hilo. El
hilo estará atado a un palillo, tal y como muestra la figura. Para favorecer
la rapidez de cristalización en el tubo de ensayo aplicaremos desde lejos
calor con ayuda de un mechero de alcohol. |
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-Cristales
de ácido bórico (H3BO3)
Preparamos una disolución saturada
de ácido bórico.
Tomamos 15 ml de esa disolución y
los ponemos en una placa de Petri ("A").
Tomamos 15 ml de disolución saturada
y los ponemos en otra placa de Petri ("B") y añadimos 15 ml de agua.
Tomamos 15 ml de la placa
"B" y los ponemos en otra placa ("C") y añadimos 15 ml de
agua. Desechamos 15 ml de la placa "C" para que las 3 placas tengan
el mismo volumen de disolución. Dejamos
reposar.
b) Obtención de cristales por
sublimación
Machacamos -con ayuda de un mortero-
piezas de naftalina hasta reducirlas a polvo.
Colocamos el polvo de naftalina en un crisol o en una pequeña lata de
conservas, y cubrimos el recipiente con un cono de cartulina de color oscuro
(el cono -tal y como aparece en la figura- tendrá un pequeño orificio en la
punta y unas puntadas de hilo negro que lo seccionan a media altura).
Calentamos el conjunto con ayuda de
un mechero de alcohol. Lo haremos en la ventana del laboratorio para evitar respirar
los gases.
Describimos los cristales que se forman
en la cartulina y sobre los hilos.
c) Obtención de cristales por
solidificación
Ponemos azufre en polvo en un crisol
(o en una lata de conservas pequeña).
Calentamos con ayuda de un mechero de alcohol, en la ventana del laboratorio,
para evitar respirar los gases. Cuando el azufre está en estado líquido, retiramos
el recipiente del fuego y lo dejamos enfriar. Antes de que se enfríe
introducimos un tornillo de cabeza ancha y lo retiramos lentamente cuando
veamos que la superficie se va solidificando.
Describimos los cristales que se han
formado en la cabeza del tornillo y en el hueco dejado al retirarlo.
III)
Algunos detalles que conviene tener en cuenta
1) Cristalización por precipitación
Para preparar las disoluciones
saturadas de sulfato NaCl y bórico hay que “armarse de paciencia”. Con esto
quiero decir que, si añadimos la sal común en el agua y removemos, al cabo de
pocos minutos parece que ya no se disuelve más. Sin embargo, nos equivocaríamos
si considerásemos que lo que permanece líquido equivale a una disolución de
NaCl saturada: si esperamos unas horas, comprobaremos que quizá llegue a
disolverse todo lo que aparecía en el fondo del recipiente. Algo parecido
sucederá con el sulfato de cobre y con el ác. bórico.
En el caso del sulfato de cobre y
del ác. bórico, si calentamos un poco el agua, puede acelerarse el proceso de
disolución (ya que ambas sustancias incrementan notablemente su solubilidad en
agua con la temperatura), pero tendremos que tomar la precaución de esperar
después un tiempo (quizá removiendo la disolución para que sea más breve) a que
se enfríe y retirar entonces la fase líquida como disolución saturada. Con la
sal común no nos sirve esto: sólo paciencia para esperar a que se disuelva (ya
que su solubilidad en agua apenas varía con la temperatura).
Lo importante no es que las
disoluciones originales sean exactamente saturadas, sino que las que se
obtengan a partir de estas tengan respectivamente una concentración de ½ y ¼:
para así observar la influencia de la concentración en la velocidad del proceso
y en las dimensiones de los cristales obtenidos.
Cuando la práctica se realiza en una
época lluviosa (p. ej. en octubre), aunque la cristalización vaya bien, cuando
llegan días húmedos los cristales de NaCl absorben agua (por lo que se retrasa
el proceso).
2) Cristalización por sublimación y por solidificación
Conviene tomar la precaución de
llevar a cabo esta parte de la práctica cerca de la ventana del laboratorio
(los gases de azufre y de naftaleno son tóxicos y aquéllos, además muy
irritantes).
Como el proceso de cristalización en
estos casos es rápido, puede realizarse esta parte de la práctica el día que
consideremos ya terminada la cristalización por precipitación (los alumnos
sencillamente observarán ese día las características de todos los cristales).
Los conos de cartulina con hilo
cosido por dentro no son fáciles de fabricar (al menos para los que somos un
poco torpes con las manualidades): por experiencia, vale la pena que los
alumnos vean los cristales de naftalina en el cono y en los hilos sin necesidad
de romper la estructura (los cristales se ven bien y se ahorra mucho trabajo).
Al terminar la práctica, podemos
tirar los restos de azufre ya sólido en la papelera. Los de naftaleno mejor no
(salvo que deseemos que nuestro laboratorio huela igual que un armario durante
mucho tiempo): si lo hacemos, mejor será que atemos la bolsa de plástico que
los contiene, para que no sigan sublimándose.