XV JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD
 

anterior

volver a "Índice"

El campus de Tor Vergata se había convertido esa noche en un hotel de... ¡mil estrellas! (todas las que brillaban sobre nuestras cabezas mientras dormíamos al raso, hablábamos o meditábamos las palabras que el Papa nos había dirigido)

 

Homilía del Santo Padre. Santa Misa: clausura Jornada Mundial de la Juventud en Tor Vergata

(domingo, 20.VIII.2000)

 

(El Papa se había ido cerca de la medianoche. Esa noche hizo frío. Habíamos dormido en sacos sobre el suelo de Tor Vergata. Eran las seis de la mañana y muchos estaban ya conversando. Nos “aseamos” un poco con el agua que quedaba en nuestras botellas y nos preparamos para la Misa. El helicóptero del Papa llegó a Tor Vergata a las ocho de la mañana: antes de aterrizar, el Papa pidió al piloto que diese dos vueltas sobre la explanada para contemplar la muchedumbre. Antes de marcharse nos manifestó sus sentimientos: “-Una vez más quisiera dar gracias al Señor Nuestro Dios por esta excepcional y espléndida asamblea que ha superado todas nuestras expectativas”. En la homilía nos pidió centrar nuestra vida personal y familiar en la Eucaristía, especialmente los domingos. Y nos animó a ser “pirómanos” que encendiésemos las almas de quienes nos rodean. Un último detalle que no podemos pasar por alto: ¿alguien se imagina un grupo de mil jóvenes de acampada en completo silencio? Pues en Tor Vergata fueron dos millones: durante la Consagración en la Santa Misa...)

 

1. “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6,68).

Queridos jóvenes de la decimoquinta Jornada Mundial de la Juventud, estas palabras de Pedro, en el diálogo con Cristo al final del discurso del “pan de vida”, nos afectan personalmente. (...)

 

2. Hemos llegado al culmen de la Jornada Mundial de la Juventud (...) Hemos escuchado en el Evangelio un pasaje de su discurso en la sinagoga de Cafarnaúm, después del milagro de la multiplicación de los panes, en el cual se revela como el verdadero pan de vida, el pan bajado del cielo para dar la vida al mundo (cfr. Jn 6,51). Es un discurso que los oyentes no entienden (...): “es duro este lenguaje; ¿Quién puede escucharlo? (Jn 6,60). Se consideran personas con sentido común, con los pies en la tierra, por eso sacuden la cabeza y, refunfuñando, se marchan uno detrás de otro. El número de la muchedumbre se reduce progresivamente. Al final sólo queda un pequeño grupo con los discípulos más fieles. Pero respecto al “pan de vida” Jesús no está dispuesto a contemporizar. Está preparado más bien para afrontar el alejamiento incluso de los más cercanos: “¿También vosotros queréis marcharos?” (Jn 6,67).

 

3. “¿También vosotros?” La pregunta de Cristo sobrepasa los siglos y llega hasta nosotros, nos interpela personalmente y nos pide una decisión. ¿Cuál es nuestra respuesta? (...) nos vemos reflejados en la afirmación del apóstol Pedro: “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6,68).

Muchas palabras resuenan en vosotros, pero sólo Cristo tiene palabras que resisten al paso del tiempo y permanecen para la eternidad. El momento que estáis viviendo os impone algunas opciones decisivas: la especialización en el estudio, la orientación en el trabajo (...). Es importante darse cuenta de que, entre todas las preguntas que surgen en vuestro interior, las decisivas no se refieren al “qué”. La pregunta de fondo es “quién”: hacia “quién” ir, a “quién” seguir, a “quién” confiar la propia vida.

Pensáis en vuestra elección afectiva e imagino que estaréis de acuerdo: lo que verdaderamente cuenta en la vida es la persona con la que uno decide compartirla. Pero, ¡atención! Toda persona es inevitablemente limitada (...) Sólo Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios y de María, la Palabra eterna del Padre, que nació hace dos mil años en Belén de Judá, puede satisfacer las aspiraciones más profundas del corazón humano.

(...) Y el divino Maestro es accesible personalmente; en efecto, está presente sobre el altar en la realidad de su Cuerpo y de su Sangre. En el sacrificio eucarístico podemos entrar en contacto, de un modo misterioso pero real, con su Persona, acudiendo a la fuente inagotable de su vida de Resucitado.

 

4. Esta es la maravillosa verdad, queridos amigos: la Palabra, que se hizo carne hace dos mil años, está presente hoy en la Eucaristía. (...)

La Eucaristía es el sacramento de la presencia de Cristo que se nos da porque nos ama. Él nos ama a cada uno de nosotros de un modo personal y único en la vida concreta de cada día: en la familia, entre los amigos, en el estudio y en el trabajo, en el descanso y en la diversión. Nos ama cuando llena de frescura los días de nuestra existencia y también cuando, en el momento del dolor, permite que la prueba se cierna sobre nosotros; también a través de las pruebas más duras, Él nos hace escuchar su voz.

Sí, queridos amigos, ¡Cristo nos ama y nos ama siempre! Nos ama incluso cuando lo decepcionamos, cuando no correspondemos a lo que espera de nosotros. Él no nos cierra nunca los brazos de su misericordia. (...)

5. Celebrar la Eucaristía “comiendo su carne y bebiendo su sangre” significa aceptar la lógica de la cruz y de servicio. (...)

De este testimonio tiene necesidad urgente nuestra sociedad, de él necesitan más que nunca los jóvenes (...)

Ésta es nuestra Eucaristía, ésta es la respuesta que Cristo espera de nosotros, de vosotros, jóvenes, al final de vuestro Jubileo. A Jesús no le gustan las medias tintas y no duda en apremiarnos con la pregunta: “¿También vosotros queréis marcharos?” Con Pedro, ante Cristo, Pan de vida, también hoy nosotros queremos repetir: “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6,68).

 

6. Queridos jóvenes, al volver a vuestra tierra poned la Eucaristía en el centro de vuestra vida personal y comunitaria: amadla, adoradla y celebradla, sobre todo el domingo, día del Señor. (...)

Os confío, queridos amigos, este don de Dios, el más grande dado a nosotros, peregrinos por los caminos del tiempo, pero que llevamos en el corazón la sed de eternidad. ¡Ojalá que pueda haber siempre en cada comunidad un sacerdote que celebre la Eucaristía! Por eso pido al Señor que broten entre vosotros numerosas y santas vocaciones al sacerdocio. La Iglesia tiene necesidad de alguien que celebre también hoy, con corazón puro, el sacrificio eucarístico. ¡El mundo no puede verse privado de la dulce y liberadora presencia de Jesús vivo en la Eucaristía!

Sed vosotros mismos testigos fervorosos de la presencia de Cristo en nuestros altares. Que la Eucaristía modele vuestra vida, la vida de las familias que formaréis; que oriente todas vuestras opciones de vida. (...)

Si alguno de vosotros, queridos jóvenes, siente en sí la llamada del Señor a darse totalmente a Él para amarlo “con corazón indiviso” (cfr. 1Cor 7,34), que no se deje paralizar por la duda o el miedo. Que pronuncie con valentía su propio “sí” sin reservas, fiándose de Él que es fiel en todas sus promesas. ¿No ha prometido, al que lo ha dejado todo por Él, aquí el ciento por uno y después la vida eterna? (cfr. Mc 10,29-30).

 

7. Al final de esta Jornada Mundial, mirándoos a vosotros, a vuestros rostros jóvenes, a vuestro entusiasmo sincero, quiero expresar, desde lo hondo de mi corazón, mi agradecimiento a Dios por el don de la juventud, que a través de vosotros permanece en la Iglesia y en el mundo.

¡Gracias a Dios por el camino de las Jornadas Mundiales de la Juventud! ¡Gracias a Dios por tantos jóvenes que han participado en ellas durante estos dieciséis años! Son jóvenes que ahora, ya adultos, siguen viviendo en la fe allí donde residen y trabajan. Estoy seguro de que también vosotros, queridos amigos, estaréis a la altura de los que os han precedido. Llevaréis el anuncio de Cristo en el nuevo milenio. Al volver a casa, no os disperséis. Confirmad y profundizad en vuestra adhesión a la comunidad cristiana a la que pertenecéis. Desde Roma, la ciudad de Pedro y Pablo, el Papa os acompaña con su afecto y, parafraseando una expresión de Santa Catalina de Siena, os dice: Si sois lo que tenéis que ser, ¡prenderéis fuego al mundo entero! (cfr. Cart. 368). (...)

 

Angelus

 

Al final de esta celebración eucarística, nuestro pensamiento se dirige a (...) la Virgen María, en cuya fiesta de la Asunción se ha iniciado esta decimoquinta Jornada Mundial de la Juventud. Con su presencia solícita y materna, María ha presidido estas jornadas romanas de intensa experiencia de fe. A Ella queremos manifestar todo nuestro agradecimiento por aquel “sí” que dio inicio a la “aventura” de la Redención. (...)

Antes de concluir esta grande y bella asamblea, deseo anunciar que el próximo Encuentro Mundial de los Jóvenes tendrá lugar en Toronto, Canadá, en el verano de 2002. (...)

 

Discurso de Jesús sobre la Eucaristía

Palabras eternas

Con quién compartir la vida

 

Trato con Jesús en la Eucaristía

 

Amor de Cristo a cada uno

Nos ama siempre y perdona

Correspon-der a ese amor

Eucaristía: el centro de nuestra vida

Necesidad de sacerdotes

Entrega a Dios: decir “sí”

 

 

Coherencia y fidelidad a Cristo

Apostolado

Prender fuego al mundo...

Toronto-2002

 

Una multitud de jóvenes regresaríamos a nuestros países dispuestos a prender fuego en las almas de amigos y familiares: no podía ser de otro modo...

 

 

anterior

volver a "Índice"