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Compendio de Bioética

 

17. LA EUTANASIA, ¿SOLUCIÓN O PROBLEMA?

(La experiencia de Holanda)

Las siguientes ideas proceden del libro de Herbert HENDIN “Seducidos por la Muerte”, Barcelona (2009). El autor estudia las causas y consecuencias de la legalización de la eutanasia en Holanda y en el Estado de Oregón (EE.UU.). Es un libro fuerte, duro, porque resulta duro leer cosas que muestran el poco aprecio de algunos a la vida de las personas enfermas, más aún cuando se trata de médicos y personal sanitario. Pero “abre los ojos” acerca de los que cabe esperar tras una legalización de la eutanasia y del suicidio asistido como la que se produjo en Holanda en la última década del siglo XX. Pienso que cualquiera que desee hablar con rigor sobre la eutanasia debería leer antes este libro: el autor ilustra su estudio con datos rigurosos y descripción de casos reales.

 

Robert Hendin se dirigió a Holanda, por ser el único país donde la eutanasia era aceptada de forma práctica. “Cuando llegué allí ─escribe─, mis colegas holandeses sabían que, a pesar de mis reservas, no tenía una posición preconcebida sobre cuál debía ser la legislación en el tema del suicidio asistido y la eutanasia. Aceptaron esa duda mía, lo que quizá les llevó a ser más francos de lo que hubieran sido en otras circunstancias, a la hora de discutir los casos conmigo [...] Los holandeses estaban convencidos de que, cuanto más aprendiese yo, más persuadido acabaría de las excelencias de la práctica de la eutanasia en Holanda. Pero sucedió lo contrario. Cuanto más oía, cuanto más veía y más hablaba con los defensores de la eutanasia en Holanda, más impactado quedaba, no solo por el elevado número de lo que podríamos llamar muertes equivocadas sino también por su insistencia en defender lo que a todas luces resultaba indefendible.”

Algunos médicos se sienten fracasados cuando se enfrentan a la muerte, y evitan hablar de ella cuando atienden a pacientes terminales (que, sin embargo, preferirían tratar de este tema abiertamente): el suicidio asistido y la eutanasia llegan a ser respuestas a la frustración por no poder curar la enfermedad.

Los datos que presenta Hendin sobre eutanasia y suicidio asistido en Holanda en 1990-95:

 

 

Estudio de 1990

Estudio de 1995

Decisión médica:

Cuestionariob

Entrevistac

Cuestionariob

Entrevistac

Eutanasia

2.189 (1,7%)

2.445 (1,9%)

3.253 (2,4%)

3.018 (2,2%)

Suicidio asistido

244 (0,2%)

380 (0,3%)

271 (0,2%)

542 (0,4%)

Terminación de la vida sin peticiónd

1.030 (0,8%)

 

948 (0,7%)

 

Opiáceos dados para poner fin a la vidae

 

1.350 (1,0%)

 

1.896 (1,3%)

Estimación total de muertes causadas por el médicof

4.813 (3,7%)

6.368 (4,7%)

             a Número de muertes con el porcentaje entre paréntesis, sobre el total de 128.786 defunciones que hubo en Holanda en 1990 y 135.546 en 1995.

            b Datos basados en el cuestionario. Se enviaron 6.942 cuestionarios en 1991, y el 76 por ciento se recibió completado. La muestra se estratificó para incluir un porcentaje alto de casos donde era más probable que se hubiera tomado una decisión sobre la terminación de la vida.

            c Datos basados en la entrevista. Se entrevistó a 405 médicos en 1991, y a otros 405 en 1995. Se eligieron de una muestra aleatoria estratificada de 599 en 1991 y otros 559 en 1995. Otros no fueron localizados, padecían enfermedad crónica, o no satisfacían otros criterios. La muestra fue estratificada para incluir médicos que probablemente habían tomado una decisión sobre la terminación de la vida.

            d Los datos comparativos solo están disponibles para el cuestionario.

            e Los datos comparativos solo están disponibles para la entrevista.

            f El número total de muertes está basado en los datos del cuestionario y de la entrevista.

 

       La escasez de informes es un problema: en 1990 solo el 18% de los médicos informaron a las autoridades. Estas insistieron en que no les molestarían por la información que transmitiesen en esos informes, y los informes fueron presentados por el 41% de los médicos en 1995. Las razones para que la mayoría siguiese sin presentar el informe eran, por este orden: el deseo de la familia de no ser interrogada por los jueces, el temor del médico a ser perseguido por la ley, el hecho de no haber cumplido los requerimientos y la convicción de que la asistencia a la muerte debe ser un asunto privado. Entonces saltan las alarmas: ¿por qué los temores de las familias y de los médicos ante los jueces? (Curiosamente, de los estudios de 1990 y 1995 se deduce que, cuando se termina con una vida sin consentimiento del paciente, generalmente no se emite informe). Y el número de muertes causadas por los médicos ha pasado del 3’7% al 4,7% del total de muertes en Holanda entre 1990 y 1995.

       Los investigadores holandeses quitan importancia a las muertes sin consentimiento alegando que los pacientes no estaban lúcidos (pero en 1990 el 37% sí lo estaban, y en 1995 el 21%) Un ejemplo es el de la monja a cuya vida puso fin un médico porque tenía un dolor extremo y el médico juzgó que sus convicciones religiosas le estaban impidiendo pedirle la muerte. Otro, el de una paciente con cáncer de mama que había dicho expresamente que no quería eutanasia y a la que el médico hizo morir porque podía tardar otra semana más en hacerlo y él necesitaba esa cama libre...

       La aceptación del suicidio asistido en Holanda ha convertido en víctimas de esta práctica a los pacientes depresivos con tendencias suicidas que no responden con rapidez al tratamiento. No hay que confundir con eutanasia la omisión de tratamientos inútiles a instancias del paciente que es enfermo terminal: esto es ético, pues le permitimos morir en paz, mientras que matar al enfermo terminal que lo pide ─suicidio asistido─ es inmoral. Tampoco es eutanasia administrar calmantes que hagan más llevadero ese trance, aunque puedan abreviar un poco la vida.

Además, muchas veces el paciente sufre más por la soledad o el miedo, pero el médico no le alivia porque solo se empeña en calmar el dolor. Hendin incide en la importancia de escuchar y acompañar al enfermo. Describe la atención, llena de humanidad, que un médico de Virginia dio a un enfermo seropositivo: el enfermo pasó de tener pensamientos suicidas a prolongar su vida fuera del hospital y con bastante calidad durante más de un año. Al enfermo le llegó la muerte (tras reingresar en el hospital) siendo consciente, sin dolor y de forma tranquila.

En enfermos terminales de cáncer, una terapia que atienda sus requerimientos frente al dolor físico y mental (con analgésicos adecuados, y antidepresivos si es preciso) ayuda a abandonar los pensamientos suicidas y a afrontar la muerte con lucidez y serenidad.

Hendin señala la diferencia en un coma irreversible entre la eutanasia y la atención adecuada al paciente terminal no solo para el enfermo, sino para el médico y los familiares. Y lo hace con un ejemplo personal: “En un congreso sobre pacientes en coma, un profesor sueco me contó la historia de la muerte de su madre. Le avisaron para que acudiese al hospital por haber sufrido ella un infarto masivo terminal. Él sabía que su madre no hubiera deseado seguir viviendo en un estado vegetativo. Le prepararon una cama en la habitación de su madre; mantuvo sus labios húmedos a lo largo de todo un día en que no recibió nutrición e hidratación y finalmente falleció. Le pregunté cómo respondería a defensores de la eutanasia que le preguntasen por qué no había puesto una inyección para acelerar el proceso. Me contestó: No habría sido diferente para ella, pero lo hubiese sido, y mucho, para mí y también para su médico”. 

En Holanda se ha comprobado cómo, pese a los avances de la ciencia médica, la legalización de la eutanasia y del suicidio asistido ha llevado a descuidar el desarrollo de los cuidados paliativos. De alguna manera, se pone a los moribundos en una situación tal, que prefieren ser matados a seguir viviendo.

Acerca de quienes defienden la legalización de la eutanasia para regular lo que ya está ahí, Hendin se pregunta si es preciso cambiar la ley solo porque no se respeta, quizá la nueva ley tampoco sea respetada. Y concluye: “La experiencia de Holanda nos indica más bien que la legalización crea un clima favorable a la desobediencia a las normas”. En la batalla ideológica se insiste mucho en que la oposición a la eutanasia se debe solo a motivos religiosos (concretamente se cita a la Iglesia Católica) y se ignoran instituciones civiles de tanto peso como la Asociación Médica Estadounidense (AMA, en inglés), la Asociación Estadounidense de Enfermería y la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, entre otras.

El doctor Bert Keizer, médico en una residencia holandesa para pacientes terminales escribió el best sellerDancing with Mister D” (traducible por “Bailando con la Señora M”, es decir, con la Señora Muerte). Allí defiende que los cuidados paliativos se subordinen a la aceleración de la muerte. Se acusa a este médico de insensibilidad porque trata con dureza y con frialdad a los pacientes y a sus familiares. Él fuerza a los pacientes a encarar la muerte sin ilusiones médicas ni religiosas y sin preguntarse por su pasado. Reconoce que mira con desilusión la profesión médica de la que dice que “es más antigua que la prostitución”: según él, la medicina falla porque no tiene ningún remedio contra la muerte.

 

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