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6. ANTICONCEPTIVOS
Y MÉTODOS NATURALES DE CONTROL DE LA NATALIDAD Aunque
ciertas personas hablan del aborto como un método de regulación de la
natalidad (de hecho, en algunos países lo es), no resulta equiparable esa
práctica a la contracepción. Sin embargo, a menudo hay personas que practican
la contracepción y recurren ocasionalmente al aborto, cuando el método
utilizado no ha sido eficaz. Trataremos acerca del aborto voluntario en un
tema específico de estos guiones y al hablar sobre la “píldora del día después”. Introducción Se da
una unión natural entre sexualidad humana y procreación. Es la razón de ser
del sexo, de la diferenciación sexual y de los apetitos sexuales en todos los
animales y también en el hombre (aunque solo en el hombre hablamos de
procreación, y en los demás animales de reproducción). Por eso se considera
la esterilidad de los esposos como un mal. Los
actos conyugales (actos sexuales en el matrimonio) se orientan a la
procreación, aunque no todos sean naturalmente fecundos. De hecho, los actos
aparentemente infértiles están al servicio de la fecundidad del conjunto: a) Las
"pausas" en la fecundidad femenina cuando la mujer queda
embarazada, evitan la muerte del niño ya concebido (muerte que llegaría si
fuesen muchos los óvulos fecundados en muy cercanas cópulas, ya que
coincidirían en el útero materno varios embriones en distintas fases de
desarrollo (y los cambios fisiológicos de la madre no serían adecuados para
todos). b) Los
periodos de infecundidad en el ciclo menstrual consiguen asegurar la
viabilidad del nuevo ser concebido, ya que precisa para su anidación
un endometrio desarrollado: solo estará disponible en los periodos de
fecundidad y deberá ser eliminado si no hay fecundación. c)
También los “obstáculos” que pone el óvulo para ser fecundado (las
capas que lo rodean y que dificultan la entrada del espermatozoide) favorecen
la fecundidad: cuando un espermatozoide fecunde se formará una “membrana de
fecundación” para impedir la entrada de otros muchos que han llegado hasta el
óvulo. d) El
hecho de que la mujer deje de ser fértil cuando alcanza la menopausia es
coherente con la dificultad grande que tendría para llevar adelante un
embarazo a partir de esa edad. El sexo
es también un medio para expresar el amor entre los esposos. Pero el hecho de
que pueda haber uniones fecundas entre personas no movidas por el amor sino
solo por sus pasiones muestra que el uso de la genitalidad se orienta a la
procreación. En los irracionales siempre es así, puesto que su “apareamiento”
es una conducta puramente instintiva. Sin embargo, como ya hemos visto, una
sexualidad verdaderamente humana debe integrarse en una relación de amor
personal. Métodos
anticonceptivos No
respetan la integridad del amor conyugal. Cuando el hombre y la mujer casados
se unen sexualmente, expresan una entrega total: “te amo con toda mi alma
(libremente) con todo mi corazón (mis afectos) y con todo mi cuerpo (como se
expresa con la unión física)”. Pero cuando el hombre o la mujer modifican de
forma esencial su genitalidad por la contracepción antes de unirse, lo que
dicen realmente es: “te amo con toda mi alma, con todo mi corazón... pero no
con todo mi cuerpo (ya que me reservo mi fertilidad actual y por eso recurro
a la contracepción antes de expresar mi amor)”. El problema es que ─como
vimos al tratar acerca de la sexualidad humana─ se trata de un “amor”
egoísta porque no se ama a alguien, sino solo “algo” ─algunos
aspectos─ de alguien. También habría que cambiar entonces el “te amo
con todo mi corazón” por “me amo con todo mi corazón”. Quizá el siguiente ejemplo
pueda hacernos entender mejor por qué los anticonceptivos, al modificar
esencialmente y como condición previa la genitalidad de la persona, la incapacitan
para ser querida en sí misma, de forma integral (es decir, como persona): [...] Supongamos
que un muchacho queda con su novia casi todos los días para hablar mientras
pasean. Pero la novia, cuando empieza a caer la tarde, sufre en ocasiones
accesos de melancolía... Si el
muchacho es nervioso y llega la época de exámenes, sabe que puede reaccionar
mal ante la melancolía de su novia, y esas discusiones pueden perjudicar
mucho su noviazgo. Pero, por otra parte, desea seguir viéndola siquiera unos
minutos al día para mantener vivo el amor. Al chico se le presentan dos
alternativas: a)
Llegar a un acuerdo con su novia para que no exprese externamente su
melancolía si surge ese sentimiento. Como ambos están de acuerdo, si ella se
pone melancólica no lo manifestará. Evidentemente, han quedado para hablar y
hablaran, pero no habrá diálogo (porque ella está condicionada y no
manifestará lo que hay en su alma si le asalta la melancolía): en ese caso,
ella “hará teatro”. b)
Quedar con su novia solo por las mañanas o a primera hora de la tarde en la
época de exámenes. Han quedado para hablar: y hablarán, con la diferencia de
que aquí sí habrá diálogo (porque ambos abrirán su alma tal y como
está): ella no manifestará melancolía porque no la tendrá, así que no “hará
teatro”. Sin
embargo, existe el peligro de que el novio descubra la “comodidad” de no ver
nunca a su novia melancólica y que entonces decida quedar con ella siempre
por las mañanas o a primera hora de la tarde, pero nunca al final de la
tarde. En ese caso, todo será “correcto” (aparentemente) porque hablarán y
habrá diálogo, pero... el novio actuará entonces de forma egoísta, ya
que no estará dispuesto a sacrificarse para acompañar a su novia cuando ella
esté melancólica. Y entonces hará
peligrar el noviazgo: por su egoísmo. En el
ejemplo que hemos puesto, la mañana y el final de la tarde representan
los periodos de infecundidad y de fecundidad de la mujer,
respectivamente; la melancolía representa el fruto habitual en
los periodos de fecundidad, que son los hijos; el diálogo representa
el amor, mientras no entre en
escena el egoísmo; y la condición de no manifestar melancolía
son los anticonceptivos (lo que modifica a la persona) [...] A veces
se arguye contra esto diciendo que el uso de anticonceptivos se da por mutuo
acuerdo de los cónyuges, es decir, consintiendo ambos en esa
"modificación" artificial del otro que trae consigo la
infecundidad. Es cierto que puede haber mutuo acuerdo: un cónyuge querría al
otro como simple objeto de placer y por eso lo "transformaría" o
“se trasformaría” (sin aceptarlo o aceptarse como son); y sería querido de
esa misma forma por el otro cónyuge. Habría acuerdo pero no amor: nos
encontraríamos con un caso de egoísmo ─”amor” de egoísmo─ mutuo
pero, ¡eso sí!, consensuado. Métodos
naturales El aparato reproductor femenino está sometido a una
serie de modificaciones periódicas, reguladas por hormonas, que denominamos ciclo
menstrual. Este ciclo dura generalmente 28 días, el primero, cuando
empieza el sangrado de la menstruación) y se desarrolla así: Crecimiento del folículo: durante las dos primeras
semanas del ciclo se produce el crecimiento de uno o más folículos ováricos.
Normalmente solo un folículo de uno de los
ovarios llega a madurar. Mientras, aumenta el espesor de la mucosa uterina,
muy irrigada. Ovulación: en torno al
decimocuarto día del ciclo se produce la ovulación (el folículo maduro se
rompe y libera un ovocito). El ovocito
es recogido en las trompas de Falopio, donde se transforma en óvulo maduro.
El resto del folículo se transforma en el llamado cuerpo lúteo o cuerpo
amarillo (que fabricará hormonas cuya función es evitar la
maduración de nuevos folículos). Si no se da la fecundación, el cuerpo lúteo
degenerará a partir del vigésimo sexto día del inicio del ciclo: llegara
la menstruación y el inicio de un nuevo ciclo. Menstruación e inicio de un nuevo ciclo: si no hay fecundación,
hacia el vigésimo octavo día del comienzo del ciclo comienza la desintegración
de la mucosa uterina, con la consiguiente rotura de vasos sanguíneos. La
sangre y los restos de mucosa son expulsados al exterior a través de la
vagina. El proceso de sangrado o menstruación dura cuatro o cinco
días, al comienzo de los cuales se inicia un nuevo ciclo (con el crecimiento
de un nuevo folículo). a) Los
métodos naturales consisten en la técnica de buscar o de evitar nuevos
embarazos mediante la observación de los signos y síntomas naturales
que se dan en el cuerpo de la mujer durante la fase fértil y la fase infértil
de su ciclo menstrual. Tienen en cuenta también que la viabilidad media del
ovulo es de 12-24 horas, y la de los espermatozoides hasta 5 días en
presencia de la adecuada secreción cervical. Para estos métodos se precisa
conocer el ciclo genital femenino: se conoce y se acepta la persona del
otro tal como es. b) El
objeto del amor es, por tanto, la persona íntegra. Esta es
querida por sí misma, sin modificaciones que adulteren su sexualidad antes de
hacer uso de ella. Se evitan transformaciones que llevarían a considerar al
otro como un medio para obtener el placer sexual (como “algo”) y no como un
fin en sí mismo (como “alguien”). Cuando los cónyuges busquen tener un hijo
porque llevan tiempo sin conseguirlo, se unirán los días en los que resulta
más probable que la mujer se quede embarazada. Cuando busquen retrasar el
siguiente nacimiento, esperaran a los periodos naturalmente infértiles del
ciclo menstrual de la mujer. c) Los
métodos naturales exigen de los cónyuges un diálogo continuo para que
resulten eficaces: al menos, acerca de la situación de fertilidad o
infertilidad de la mujer. El favorecimiento del diálogo resulta un seguro
de vida para su matrimonio: por evitar la incomunicación y porque
ninguno de los dos se sentirá utilizado
sino amado tal y como es. A veces,
en el colmo de la confusión, hay personas que hablan de “anticonceptivos
naturales” para referirse a estos métodos. ─Los métodos naturales no son “antinada” ya que no se realiza ninguna
acción positiva para evitar algo. Calificar la unión sexual cuando la mujer
es infecunda como “anticonceptivo natural”, es como incluir “la noche” entre los productos
de protección solar (malo sería que, por ser un “producto”, nos vendieran “horas de noche” en los comercios
junto a las cremas solares). Todos los anticonceptivos son artificiales: por
eso los citamos como anticonceptivos y no como “anticonceptivos artificiales”
(de igual forma, cuando hablamos de los colores no nos referimos al “negro
oscuro” ni al “blanco claro”). Evidentemente,
ese respeto a la integridad de la persona lleva consigo aceptar la voluntad
de Dios, que ha querido hacer partícipes a los padres de su poder creador en
el comienzo de cada nueva vida humana. Tenemos un alma espiritual (somos
libres) en cuyo origen no están los padres, ya que ellos aportan el sustrato
genético por los gametos. Al no ser material (y, por tanto, tampoco “energía”
que carecería de libertad al regirse por leyes necesarias) es Dios quien la
crea. Por eso, en el caso de la reproducción humana hablamos de procreación:
“pro” “creación”. La unión sexual es un medio para manifestar el amor
entre el hombre y la mujer casados, de forma semejante a como el lenguaje es
un medio para expresar la verdad. Si alguien no tiene derecho a saber una cosa, podré
ocultársela o callar cuando me pregunte, pero nunca será ético mentir, porque
la mentira pervierte el uso de la palabra. Ni siquiera en el caso de que diga
esa mentira buscando evitar un mal mayor: un fin bueno (por grande que sea)
nunca justifica el uso de medios malos en sí. Por ejemplo, un
padre que, para alejar a su hijo de la influencia nefasta de unos amigotes
mintiese a su hijo acerca de estos ─es decir, los calumniase─,
actuaria mal. De igual forma, la modificación artificial de uno o de ambos
cónyuges previa al acto conyugal pervierte la naturaleza del
mismo e impide que esa unión sea cauce adecuado para manifestar el amor. Condiciones
para recurrir de forma ética a los métodos naturales Deben
existir motivos proporcionados para que sea moralmente aceptable el recurso a
los métodos naturales de control de la natalidad con objeto de retrasar la
llegada de un nuevo hijo: La unión
conyugal en los días infértiles, a sabiendas de que lo son, es en sí buena
porque puede integrarse dentro del amor personal entre los cónyuges. Pero un
medio bueno puede ser corrompido por un fin malo: un vendedor de combustible
haría mal en vender varios bidones de gasolina a alguien si sabe que los
quiere para provocar un incendio, aunque el hecho de vender combustible sea
en sí mismo un acto bueno. De igual forma, un matrimonio que solo mantiene relaciones sexuales en los días
infecundos sin una causa proporcionada actuaría mal porque fomentaría el
egoísmo. Conocemos
también que el fin no justifica los medios. Y el fin loable de retrasar un
nacimiento por graves motivos (económicos, médicos, psicológicos, etc.) nunca justifica
los medios inmorales de la anticoncepción. Tipos de
métodos naturales Todos
tienen en común que estudian el ciclo menstrual de la mujer para mantener
relaciones sexuales: ─Abstinencia
en días fértiles si se busca retrasar un embarazo. ─Realizar
el acto conyugal precisamente cuando es más probable el embarazo si hay
dificultades para tener hijos. Los más
utilizados son: 1) Billings. La mujer observa las
variaciones de la secreción mucosa cervical y las sensaciones que esta
produce en la vulva a lo largo del ciclo. En la fase preovulatoria
(y más en la ovulación) la secreción se hace fluida, transparente y elástica,
lo que permite el acceso de los espermatozoides al útero y les proporciona
nutrientes: es la fase de posible fertilidad y de máxima fertilidad. En la fase
postovulatoria la secreción tiene un aspecto denso
y compacto, lo que dificulta el paso de los espermatozoides: es la fase
infértil. En este método, cada mujer debe aprender a elaborar y reconocer su
propio patrón de fertilidad. 2) Sintotérmico. Combina la observación
de dos indicadores para cada fase: la secreción cervical (método Billings); y
la temperatura basal después de su descanso mayor (normalmente por las
mañanas), que sube después de la ovulación. Los cambios en el cérvix se
pueden utilizar para confirmar la información que aportan esos indicadores de
fertilidad. Eficacia
de estos métodos: 1a) Eficacia teórica del Billings: 97,2% (si solo se consideran los
embarazos que se producen a pesar de seguir correctamente las reglas de
aplicación). 1b) Eficacia practica del Billings: 85% (si se tienen en
cuenta también los embarazos producidos cuando los usuarios se equivocan y no
siguen correctamente las reglas del método). 2a) Eficacia teórica del sintotérmico:
99,6% (si solo se consideran los embarazos producidos a pesar de seguir correctamente
las reglas del método). 2b) Eficacia practica del sintotérmico:
97% (si se consideran también los embarazos producidos cuando los usuarios se
equivocan y no siguen correctamente las reglas de aplicación). Al tratarse de
un método de doble comprobación, pues se utilizan varios indicadores de
fertilidad, el método sintotérmico presenta una
eficacia practica mucho mayor que el Billings. 3) Método de lactancia y amenorrea: es muy improbable
que la mujer quede embarazada durante la amenorrea (ausencia de menstruaciones)
de la lactancia materna. Se deben cumplir estas condiciones: que la lactancia
sea completa (sin alimentos complementarios); que haya amenorrea y no
sangrado de más de un día; que el lactante tenga menos de seis meses. La
O.M.S. confirma que, siguiendo estos requisitos, la eficacia es superior al
98% 4) Existen nuevas tecnologías para reconocer los
periodos de fertilidad e infertilidad de la mujer, pero ninguna supera la
eficacia alta que hemos visto en los métodos estudiados. Otros datos de interés
sobre anticonceptivos: Las píldoras presentadas hoy
como contraceptivos impiden la concepción, pero muchas de ellas también
impiden la anidación del óvulo ya fecundado porque son compuestos hormonales
que impiden la preparación del útero para acoger al embrión si hay fecundación.
Y en ese caso son abortivas. Hay que recordar que los anticonceptivos (píldoras),
al ser hormonales, presentan gran cantidad de efectos secundarios en la salud
de la mujer. Esa es la razón por la que, después de ser utilizados en
concentraciones elevadas, para la segunda generación de anticonceptivos se
redujeron los niveles, con objeto de mitigar algo esos efectos secundarios:
menos eficaces en la anticoncepción, algunas píldoras pueden resultar
abortivas por inhibir la preparación del endometrio uterino para que anide el
embrión. Los efectos psicológicos del uso habitual de
anticonceptivos empiezan a ser evaluados y no resultan halagüeños: pérdida de
autoestima y de seguridad en los cónyuges, principalmente en la mujer. En la
unión sexual crece la conciencia de ser un simple objeto de placer y no alguien
querido por sí mismo. Estadísticamente, el recurso a la contracepción se
ha mostrado como el método más eficaz para desestabilizar el matrimonio: la
unidad y la indisolubilidad matrimonial se han hecho mucho más frágiles por
la difusión de los métodos anticonceptivos que por las leyes de divorcio
permisivas que se dan en tantos países: la percepción de ser más “apetecido”
que amado por el otro cónyuge hace frágil la indisolubilidad matrimonial, y la facilidad que ofrecen estos
métodos para llegar a la infidelidad conyugal repercute negativamente en la unidad matrimonial. |
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